Una actitud que debe cambiar

Una actitud que debe cambiar

El hecho de que las universidades privadas no suministren a la Secretaría de Estado de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (Seescyt) información sobre sus matrículas de estudiantes y otros aspectos de sus actividades constituye una actitud impropia que debe ser modificada. Es mezquino que estas academias  aleguen asuntos de competencia comercial para  clasificar como confidenciales unos datos que deben ser de dominio de la autoridad encargada de trazar las políticas en materia de educación superior. Sobre todo, no tiene asidero que hayan descontinuado el flujo de esas informaciones que mantuvieron hasta el año 2005.

El Estado, que subsidia a las universidades privadas y las favorece de manera diversa, tiene pleno derecho de acceso a información  vital para que la Seescyt pueda  planificar la enseñanza superior. Es necesario que esta Secretaría se mantenga actualizada en lo que concierne a matriculación de estudiantes por carreras, tiempo en que terminan sus estudios, índices de deserción, inversión por estudiante, tiempo que tardan en integrarse al mercado laboral y otros detalles que permiten planificar la política de enseñanza superior. El Gobierno tiene que lograr  que fluya toda la información necesaria. El desarrollo del país no puede manejarse de manera errática en una materia tan relevante como la preparación académica.

Que no inventen con el  Metro

El Metro de Santo Domingo se perfila como la solución del caos en que falsos  sindicatos han sumido el transporte de pasajeros. Los usuarios de la primera línea de este medio han aprendido a valorar la diferencia entre su confort, puntualidad y seguridad y la incomodidad, riesgos y tardanza de las “voladoras” y, como si todo esto fuera poco, el trato soez y abusivo de sus cobradores y choferes.

Ahora,  una denominada Federación Nacional de Transporte Unificado (Fentrauni) amenaza con bloquear las vías de acceso del Metro, bajo el alegato de que los choferes han sido desplazados. El Metro introduce en este país una cultura de transporte que rompe con el servicio pésimo y atropellante de las “voladoras”. Hasta quienes combatieron en sus inicios este medio de transporte reconocen ahora su eficacia. Fentrauni, y cualquier otro grupo que le secunde, debería desistir de sus propósitos. Que no inventen con el Metro.

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