Como alarmante y sobrecogedor puede considerarse la proliferación de armas en toda la geografía nacional propiciada la mayoría de las veces por varios de los gobiernos que hemos tenido a partir de la muerte del Tirano.

Es hora ya, porque mañana será tarde para detener esa insensatez que está costando lágrimas amargas y luto en los hogares de todas las categorías. Urge por tanto, prohibir el porte de armas de fuego a toda persona que no pertenezca a un cuerpo castrense o asimilado, sin ninguna excepción, sea cual sea el cargo o posición que desempeñen.

Recuerdo que antes, los soldados cuando estaban fuera de servicio tenían que dejar los fusiles en sus respectivos cuarteles, el porte de revólveres y pistolas estaba reservado a los oficiales.

Aunque la tenencia y porte de armas de fuego está precedida de un examen psicológico realizado por psiquiatras, debería incluir a los militares mismos y ser sumamente exigente.

Es también de suma urgencia interceptar el contrabando de armas de la vecina Haití y realizar un saneamiento total de todas las dotaciones allí emplazadas y proporcionarles techo confortable y sueldo digno para que no caigan en tentaciones indecorosas y que en todas las vías de acceso tengan detectores de metales para evitar el trasiego que con tanta fluidez se realiza. Concomitantemente se impone con carácter de urgencia, realizar en todos los cuerpos armados una depuración, ya que en los mismos, se ha comprobado, que también ha penetrado el flagelo que medularmente corroe nuestra sociedad en vías de convertirse en Sodoma y Gomorra.

No es la voz de una Casandra ni una profecía de Nostradamus, es la realidad del momento que vivimos, no hay aspavientos, los hechos hablan por sí solos. Pensarán que soy un iluso con estas pretensiones, pero como ciudadano he cumplido con el deber de advertirlo.

La ocasión no puede ser más propicia para repetir el párrafo de una carta que Duarte envió desde Caracas, Venezuela: «El Gobierno debe mostrarse justo y enérgico en las presentes circunstancias o no tendremos patria y por consiguiente, libertad ni independencia nacional…».