Una advertencia a la dominicanidad

Una advertencia a la dominicanidad

JOTTIN CURY HIJO
La Comunidad Internacional, a través de Organizaciones No Gubernamentales, financiadas con el propósito de volcar hacia nuestro territorio a los inmigrantes del vecino país, insiste en su campaña orientada a responsabilizarnos de la desdicha haitiana. Con una agresiva propaganda en los medios de comunicación tanto internacionales como locales, nos han presentado como una nación en la cual todavía persisten prácticas esclavistas.

Y esta campaña ha encontrado terreno fértil por la falta de autoridad de nuestros sucesivos gobiernos, siempre temerosos de reglamentar, mediante la adopción de una adecuada política migratoria, la masiva inmigración ilegal que nos asfixia.

La falsa difusión de la situación laboral de los nacionales haitianos en nuestro país ha propiciado que los instigadores de esta perversa maniobra nos hayan arrastrado a su terreno. En esa actividad han colaborado activamente algunos periodistas dominicanos, quienes resaltan en grandes titulares las denuncias de supuestos maltratos y justas repatriaciones, pero obvian denunciar con la misma intensidad el trasiego de nacionales cubanos y chinos, quienes nos utilizan como puente para dirigirse hacia territorio norteamericano.

Asimismo, ese periodismo ha olvidado voluntariamente el caso de Sonia Pierre para brindarle su nociva atención a los absurdos documentales dirigidos por el sacerdote Harley y Ricuoi, que revelan el propósito de desacreditarnos. Por suerte, todavía contamos con profesionales de los medios que están plenamente conscientes de esta trama que se viene urdiendo en desmedro de nuestro país. Mientras nuestro territorio es invadido pacíficamente por haitianos, no se escuchan las posiciones del Director de Migración, de la Embajada Dominicana en Haití, del Director de Prensa del Gobierno, de la JCE, del CONEP, ASONAHORES y los candidatos que se disputarán las elecciones del año próximo. Con excepción del diputado Pelegrín Castillo, nadie más en este gobierno ha asumido una posición de defensa de los intereses patrios.

Es preciso desenmascarar de una vez por todas a los responsables de la infame campaña que busca afanosamente presentarnos como los culpables de la desgracia de nuestros vecinos, y también exigirles enérgicamente a las autoridades que adopten una política migratoria firme. Así como los norteamericanos construyen un muro en su frontera con México y rechazan el proyecto de ley que proponía otorgarle la nacionalidad estadounidense a los indocumentados, también tenemos nosotros, en virtud de nuestra propia soberanía, la facultad de reglamentar la permanencia de los extranjeros en nuestra tierra.

La situación ha llegado tan lejos que cuando a un grupo de estudiantes universitarios haitianos los atracan, se magnifica el hecho como si se tratase de una medida inspirada por motivos xenófobos, y a la vez se olvida que los dominicanos somos diariamente víctimas de esos mismos casos, que en ocasiones son perpetrados por ilegales haitianos que vienen a delinquir a nuestro lar nativo. Los orquestadores de la campaña de descrédito en desmedro de nuestro país únicamente señalan los trabajos de construcción y de corte de caña de los nacionales haitianos, como si acaso no cobrasen por su trabajo. Pero olvidan maliciosamente que estos controlan el mercado informal de nuestra economía, tales como la venta de jugos, frutas, cocos, ropas en mercados donde no se cobran ni pagan impuestos, entre otras. Los haitianos conocen mejor que nadie el precio que el mercado les asigna a cada trabajo que realizan, y así lo exigen cada vez que se les requiere para un oficio. Y sobre todo ahora que saben que cuentan con el apoyo de ONGs y nuestros detractores extranjeros.

He conocido casos en los cuales nuestros vecinos han sido acogidos amorosamente por familias dominicanas, quienes después de haberles brindado su hospitalidad, han terminado exterminándolos y luego refugiándose en su país de origen. Esos casos de ingratitud se han visto con alarmante frecuencia, pero jamás han sido resaltados por nuestros enemigos. Si no reaccionamos enérgicamente frente al problema que se nos plantea, pronto los veremos como candidatos a regidores, síndicos, diputados y senadores en las próximas elecciones congresuales y municipales. No se trata de exageración, sino de una terrible realidad ante la cual se impone despertar para evitar funestas consecuencias.

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