Una afrenta ética

Una afrenta ética

BERNARDO KLIKSBERG
La UNICEF publicó recientemente un informe detallado sobre la situación de la mujer. Muestra que si la igualdad de género fuera real, se estaría liberando un enorme potencial productivo, y al mismo tiempo mejorando sustancialmente la salud, la educación, y el desarrollo de los niños.

Así, si las mujeres tuvieron el mismo nivel de influencia en la toma de decisiones, en sus familias había 13.4 millones menos de niños desnutridos en el sur de Asia, y 1.7 millones menos en Africa subsahariana. Asimismo, los niños de madres sin escuela primaria, tienen doble probabilidad de no terminar la primaria. Resalta Veneman (directora de UNICEF): “Igualdad de género y bienestar de la infancia están relacionados intrínsecamente. Cuando las mujeres tienen el poder de liderar sus vidas plenamente y de forma productiva, los niños y sus familias prosperan”.

Desafortunadamente, y a pesar de avances muy positivos, tanto el mundo como América Latina han llegado al nuevo Día Internacional de la Mujer, recién celebrado, con una gran agenda pendiente.

Hay discriminación de género en múltiples áreas. En salud, cada minuto muere una madre durante el embarazo o el parto, 500.000 por año 98% en países en desarrollo. Mientras en España hay 4 muertes de madres cada 100.000 nacidos vivos, en Bolivia eran 230, en Perú 185, en Paraguay 174, en Guatemala 153. En educación, el 57% de las niñas no van al colegio secundario a nivel mundial. En trabajo, los ingresos de las mujeres son en el mundo el 57% del de los hombres, y en América Latina 40%. Las mujeres hacen muchos trabajos como el doméstico que no son reconocidos en términos económicos, ni cuantificados ni considerados a pesar de su importancia. El trabajo de las mujeres campesinas es también “invisibilizado”.

En el caso a la propiedad, en Brasil solo el 11% de los dueños de tierra son mujeres, en Paraguay solo el 27%.

En la presencia política, hay progresos, pero la brecha es muy amplia. Sólo un 6% de los jefes de gobierno, un 14% de los ministros, y un 17% de los parlamentarios son mujeres.

Por otra parte subsisten las culturas machistas. Generan discriminación, y están tras los muy elevados indicadores de violencia doméstica que afectan del 10 al 36% de las mujeres latinoamericanas. También inciden en la impunidad que rodea los crímenes contra mujeres en Ciudad Juárez, Guatemala, y otras ciudades, y en el aumento de la trata de mujeres, negocio creciente en el mundo y la región.

Urge pasar de las palabras a los hechos ante la intolerable afrenta ética que significa la persistencia de la discriminación de la mujer.

El autor es asesor principal de la Dirección Regional para América Latina y el Caribe del PNUD.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas