¿Una amenaza?

¿Una amenaza?

[b]Señor director:[/b]

El Islam es la religión con mayor cantidad de feligreses o creyentes en el mundo. Abarca más de cincuenta países y más de mil doscientos millones de personas. Su origen data desde el siglo VII d.c. y su principal profeta fue Mahoma.

Sin embargo, a diferencia del Cristianismo y otras religiones, en el Islam no encontramos un rostro único, ya que luego de producida la división en el siglo X entre los musulmanes Shiitas y Sunnitas – la cual al día de hoy constituye la división más significativa dentro del Islam- se han suscitado profundas variaciones en su fe a lo largo de la historia. Estas variaciones no sólo aparecen en interpretaciones religiosas contradictorias del Corán, sino que también se reflejan en influencias culturales y regionales de los distintos pueblos que la profesan.

De ahí que la jihad o guerra santa que está librando Al Qaeda y otras organizaciones terroristas contra el mundo occidental tenga una base en el Corán, así como otros musulmanes más moderados basan sus diferencias con respecto a las acciones de estos grupos en el mismo texto sagrado.

Es precisamente esta libertad de interpretación lo que trajo como resultado el surgimiento de una facción radical que reclama a sus sociedades que reinstauren su tradición sagrada y que se rijan bajo los preceptos del Corán, siendo ésta, a su juicio, la única manera de cumplir con la voluntad de Alá o Dios.

El fundamentalismo islámico es una interpretación revolucionaria del Islam que tiene como fin lograr la unidad islámica para transformar su religión en un poder universal y permitir la liberación de Palestina y Jerusalén, así como lograr la liberación de los demás pueblos árabes de las ocupaciones de las que son objeto por parte de los enemigos de Alá, o sea, Israel y las principales potencias de occidente.

A pesar de que el fundamentalismo islámico, contrario a los modos de vida y culturas occidentales, surge como tal a partir de la revolución islámica en Irán, gracias a la globalización y las nuevas tecnologías este movimiento se ha expandido a muchos otros países y se ha infiltrado en otros movimientos religiosos contemporáneos, además de haber adoptado nuevas y mejores formas de propagación e influencia.

Los atentados terroristas en Marruecos, España, Estados Unidos y otros países occidentales, como el atentado en Argentina en 1994 contra la sede de una asociación judío-argentina, son el reflejo de que los actos de violencia en nombre de esta facción radical de la fe islámica ya no se limitan a los países del medio oriente, sino que trascienden las fronteras y los continentes.

En este sentido, consideramos que América Latina no será la excepción. La amenaza de dichos grupos de que todos los «infieles» y «cruzados» (haciendo referencia a las campañas cristianas de conversión de los árabes ocurridas en la edad media) pagarán muy caro sus pecados contra Alá y sus pueblos, no tenía quizás, mucho fundamento en el pasado, ya que la participación de la región en las guerras, invasiones, ocupaciones o cualquier eufemismo que queramos utilizar para denominar la presencia occidental en el medio oriente, había sido mínima. Sin embargo, a partir del protagonismo de España y otros países latinoamericanos como parte importante del contingente enviado a Irak, se abre una nueva ventana de posibles blancos de ataques terroristas.

Si a lo anterior sumamos que nuestros países carecen de controles migratorios y fronterizos estrictos y eficientes, de sistemas de seguridad nacional y servicios de inteligencia calificados para identificar y hacer frente a las amenazas terroristas, entonces no es una locura afirmar que desde ya y sin saberlo, pudiéramos estar en la mirilla de grupos fundamentalistas islámicos.

Recordemos que países más desarrollados que los nuestros, en todo el sentido de la palabra y particularmente en términos de servicios de inteligencia, como los Estados Unidos y España no les fue posible detectar a tiempo y evitar ataques perpetrados en su contra. Asimismo, el Mossad, el servicio de inteligencia israelí considerado como uno de los mejores o si acaso, el mejor del mundo, no tiene la capacidad de detectar la mayoría de los atentados que con tanta frecuencia realizan en contra de su Estado.

La amenaza del fundamentalismo islámico en América Latina es hoy más real que nunca. De nuestros gobiernos depende identificarla y evitarla a toda costa.

Atentamente,

José Dantes Díaz

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