Una amenaza real

Una amenaza real

Con honrosas excepciones, entre los países latinoamericanos y caribeños anidan denominadores comunes preocupantes y altamente riesgosos para las democracias.

El desgaste cada vez más profundo y acelerado de la  cohesión social, que tiene sus manifestaciones primarias en la desunión familiar, está llamado a representar un serio peligro para las democracias, a menos que se le enfrente y desactive a tiempo.

La pobreza extrema, la exclusión social y las brechas de todo tipo cada vez más ahondadas y ensanchadas, tienen como contrapartida  la abundante corrupción, el tráfico y consumo de drogas y una criminalidad cada vez más osada y desafiante.

Enrique Iglesias, que fuera durante muchos años presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), una entidad usualmente en contacto con la pobreza, ha advertido sobre este estado de cosas, sus proyecciones y la amenaza que representa para la paz de los pueblos y las democracias.

II

Los partidos políticos no están llamados a hacer milagros, pero lamentablemente los prometen en sus campañas de laborantismo. Ha sido en esa cacería de preferencias y votos que han distraído buena parte del tiempo que debieron emplear para evitar la acumulación descomunal de deuda social que predomina en estos países.

Por excepción, no por regla, ha habido partidos políticos que han aportado  alivio a muchos de los problemas que aquejaban a sus pueblos. Pero solo por excepción.

Ahora la deuda social acumulada es una real amenaza para la democracia, pero muchos partidos políticos ni siquiera lo notan y continúan la práctica de prometer milagros y una vez alcanzado el poder se olvidan de las promesas.

A pesar de que los partidos están llamados a ser el soporte por excelencia de la democracia representativa, su modo de proceder, en general, ha hecho de la democracia una farsa.

La lucha interna de los partidos ha pasado de la confrontación de liderazgos a la ostentación de poder económico para comprar simpatías. Eso, de por sí, distorsiona la democracia.

III

En el contexto latinoamericano ha habido en los últimos años cambios dramáticos que se han caracterizado por un reemplazo de los partidos tradicionales por fuerzas emergentes con otra visión.

Ha pasado en Venezuela, Bolivia, Uruguay, Brasil y otras naciones del Cono Sur. En cada uno de esos casos los líderes emergentes han sido aupados por los excluidos sociales, los insatisfechos.

No ha de resultar extraño, pues, que lleguen a darse también respuestas sociales fuera del contexto político institucional que pongan en entredicho y en riesgo la democracia.

Las advertencias del ex presidente del BID, hechas en México durante un seminario preparatorio de la próxima Cumbre Iberoamericana, no deben ser vistas como palabras al viento.

El contacto del BID con la pobreza de los pueblos latinoamericanos, su papel como instrumento de financiación para mejorar las condiciones de vida de esta gente, le confiere autoridad para tener una visión preocupante de las expectativas de estos pueblos.

La falta de cohesión social es ciertamente una amenaza. No lo olvidemos.

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