Una amistad de casi 40 años

Una amistad de casi 40 años

Quizás los mejores amigos son aquellos con quien uno puede disentir honestamente. Al comenzar a trabajar en El Caribe a mediados de los años ’70, hace casi cuarenta años, inicié una amistad que aún dura con quien era jefe de la mesa de corrección y uno de los ejecutivos de ese gran diario. Miguel Guerrero, desde entonces, ha sido para mí un maestro.

 A su salida del diarismo, seguí aprendiendo con él valiosas lecciones sobre cómo se “bate el cobre” para ganar para clientes el favor de la opinión pública, “esa coqueta veleidosa que suele negar en la tarde al favorito que colmó de caricias en la mañana”, como la describiera José Gabriel García en 1906.

Miguel es uno de los más prolíficos y constantes columnistas diarios de la prensa dominicana, cuyos artículos constituyen -la mayor parte de las veces- ejemplos del mejor periodismo de opinión. Hace muchísimos años le oí preguntarse a sí mismo: “¿Cómo puede alguien molestarse por un artículo de periódico que al fin y al cabo no es más que una opinión particular? La importancia de las opiniones está sobre estimada”.

Miguel fue el creador y primer secretario ejecutivo del Club de Corresponsales de Prensa Extranjera, Inc. que durante los años ’80 fue uno de los más prestigiosos gremios periodísticos. Adjudicaba anualmente un premio cuyos recipientes todavía hoy otorgan importancia a esa distinción.

Producir una columna diaria es algo tan difícil que muy pocos periodistas logran esa hazaña por muchos años. Con todas las obligaciones profesionales simultáneas que posee Miguel, no sé cómo lo logra. Creo que aunque a veces muestra excesiva severidad al juzgar a algunos políticos, Miguel está a años-luz de distancia de otros con motivaciones espurias. Hemos coincidido mucho, como cuando Balaguer perdió en 1978.

Estimo que Miguel Guerrero es con seguridad uno de los mejores periodistas dominicanos de todos los tiempos, habiéndose destacado su excelencia en cada etapa de su exitosa carrera. Escritor e historiador laureado, empresario exitoso, relacionista, funcionario público, productor de programas de televisión; es ajedrecista (no chambón); ama la ópera, el béisbol y los tostones salados. Y además, mi amigo es un maestro de la columna de opinión.

Pero más que eso, sus amigos, entre los cuales los hay de muy larga data (rasgo escaso entre la fauna periodística), nunca quisiéramos perder su amistad. 

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