No me lo vas a creer, están por la unidad, no me lo vas a creer. Los tiempos están de unidad, pero no sólo para hacer una organizaciôn de cine y su gente, sino para todo, en el futuro habrá que hacer unidad para todo, para todo. Unidades ciudadanas, para evitar atropellos del poder, no importa quién haya ganado las elecciones.
La unidad ciudadana, porque se presenta como una de las últimas oportunidades que esta sociedad tiene para poder sobrevivir, unas cuantas décadas más.
Si la gente de cine quiere unirse eso es un buen síntoma, al menos de este modo se abre un espacio franco para debatir ideas, proyectos y evitar el chisme malsano, el protagonismo del correveidilismo, de esa mediocridad sin cerebro que en vez de debate, solo promueve discordia y perturba la reflexiôn de todos los posibles planes futuros.
Creo en esa unidad, en el aspecto profesional, en la necesidad de unir ideas y criterios para hacer avanzar las cosas hacia senderos fílmicos más importantes : la República Dominicana lo necesita y está madura para ello ya.
En esta etapa una asociación de este estilo, si se plantea al concepto de la exclusión, sella su defunción inmediata, porque una asociación con cierta categoría si es excluyente y roñosa, pierde representatividad social y profesional, esta idea debe meditarse, desde chiquita habrá que vacunarla contra esa saranana del alma, tentación de mediocres y sepultureros de utopias…
En la República Dominicana estamos viviendo en las vísperas de hechos que serán sumamente importantes para la historia futura del cine de nuestro país, cine cuya capacidad de representatividad en función de obras importantes por hacer, es auspiciosa.
Los años por venir darán gratas sorpresas a un país cuyo ego nacional y auto estima, andan un poco adolorida, no soy un gran creyente en los egos nacionales porque engendran monstruos incontrolables.
Pero hay un hecho social en la reciente historia cultural del país: la importancia que tienen las manifestaciones culturales internacionales para promover el cine.
Este hecho, en cierta medida ha contribuido a ponernos en un mapa importante con exhibidores, productores, promotores, gente de cine en general del mundo: la República Dominicana tiene ahora, en el peor momento de su historia económica contemporánea, ese reto.
Debe observarse, nos lanzamos en la aventura de tratar de crear un cine nacional continuo, justo cuando las circunstancias financieras menos nos favorecen, y tengo la profunda corazonada, que el talento nacional, existente y por descubrir, hará viajar el nombre de nuestro país muy lejos, pero muy lejos…
Pero para todo eso señores hay que quitar vendas y futilidades, hay que tomar las cosas en serio, para crear equipos de ganadores, no de perdedores, para gestar una corriente positiva, hay que quitar muchas vendas y deshollinar muchas mentes, cortar de raíz ínfulas que no ayudan a crecer ningún proyecto serio que quiera triunfar.
El cine necesita de todo el mundo, el dinero de entrada, pero para hacer una película hay un proyecto moral y humano complementario y el apoyo moral depende mucho de las buenas voluntades, de los climas interiores y emocionales y mientras dura la producción, hay que tener una fe de triunfo inquebrantable: debemos conformar una voluntad de acero amistoso, para que un país que lo merece en esta etapa de su historia, salga hacia las pantallas del mundo a vender historias de un gran pueblo, el nuestro.
Mientras escribo este artículo, estoy fuera del país, no he podido asistir a la reunión programada, huelga decir que hace muchos años mi espacio lo construí con mi trabajo, no haré genuflexiones a nadie para entrar en dicha organización, con lo mejor de mis mejores ideas, buenas intenciones y mucho mejores deseos: Quien es del mar, no pide permiso al mar para entrar al mar…
Habrá mucho por hacer con visión de país, podremos demostrar entonces que lo de la pelota en grandes ligas, es uno de nuestros quehaceres.
La seudo antropología se ha inventado unas tesis rarísimas, aquella del clima y los pensadores, o la imposibilidad del pensamiento en los trópicos, en otras palabras, las culturas de siestas no producen ideas, producen fuerza, arte instintivo, secuencias musculares, alocadas serenatas sexuales, el beat, el golpe, inaudito del tam tam, para turistas ignorantes.
En su urgente manifiesto desde este Trópico insigne, nuestro cine tendrá con sus obras que desmentir esas falacias etnocéntricas, que preteden generar complejos de esterelidad creadora e intelectual.
Debemos ser capaces de narrar historias donde el color, el tono de luz de nuestra zona contribuyan a darles color a esos sueños fîlmicos que envuelven historias dominicanas con un sabor particular, que nos retratan en el concierto de la universalidad, siendo nosotros: virtudes & defectos.
Para todo eso, hay mirar lejos, tener ambiciones con una carga de trascendencia vital, urgente y asombrosa.
Para todo eso, repito: hay entender con realismo el mundo en que vivimos y echar manos a una inteligencia creadora que rompa fronteras.
Convocar una pasión de furor sin descanso…
Y la fuerza de todos esos espíritus, solo el entendimiento de la creatividad y una conciencia de nuestras metas y límites, las convocarán para que cada quien dé lo mejor de sí, por un pequeño mapa y un país cuyas ideas y talentos desbordan ese mapa.
Ojalá al nacer el pasado 21 de Junio, esta asociación de hacedores visuales domincanos tenga la vocación de una trascendencia en base al talento y la genuina libertad de creación y pensamiento : Porque en una democracia que intente ser saludable, una organización vinculada a la libertad del pensamiento y la creatividad de las imágenes, que sea excluyente, a decir verdad, nacería muerta, irremediablente muerta…
Apenas en el jardín del antiguo celuloide, el arbolillo nace; si todos rocían, entonces habrá vida y largo crecimiento: un árbol de imágenes solo crece con todos los pies de amigos posibles, al menos esa es la experiencia del mundo, dudo que los dominicanos y dominicanas, podamos cambiarla, a Dios o Alá, gracias.