Una bailarina que danza al ritmo del altruismo

Una bailarina que danza al ritmo del altruismo

La filántropa despidió a su hijo Sebastián con una carta que consternó en las redes sociales. Él fue inspiración para su noble entrega

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Ballet
Mónika es una reconocida bailarina internacional

En una cama de hospital en París, el pasado 26 de junio, dejó de irradiar luz de vida el joven Sebastián Jesús, hijo de los artistas dominicanos José Antonio Rodríguez y Mónika Despradel, amado como un ángel por la condición de la parálisis cerebral (PC) que padeció y quien fue inspiración para la creación de la Fundación Nido para Ángeles.

Conmovidos y llenos de amor, Mónika y José Antonio hicieron memorable el adiós de Sebastián. “Fue una sentida despedida donde se percibió el cariño en su mayor expresión, le pusimos al teléfono sus familiares y le acompañamos hasta su último suspiro” expresó Mónika para “Rostros” con la tristeza a flor de piel que para toda madre causa la ausencia definitiva de un hijo.

Sebastián presentó complicaciones en medio y después de un procedimiento quirúrgico.

Más, con la fortaleza y la sensibilidad dada por la disciplina de la danza, Mónika confiesa que la fe la guió a comprender que las cosas saldrían bien “y dirán que no resultaron tan bien porque Sebastián no está, pero sí, resultaron bien porque está la fundación, el legado más grande dejado por él”, dijo la reconocida y estimada primera bailarina y exdirectora del Ballet Clásico Nacional.

Y cuenta que “Sebastián fue un milagro desde el principio, porque nació muerto y hubo que revivirlo. Fue una gracia divina grandísima para nosotros”
A

l recordar cuando se enteraron de la condición de Sebastián, expresó: “Ningún padre quiere que sus hijos tengan alguna limitación, y de repente ¡boom!, no todo es perfecto, el mundo se te voltea, mas nunca, nunca, nunca dije por qué a mí, porque entendía que era a él que le estaba pasando, así que no podía en ningún momento fallarle ¡Y mira, la obra está hecha y el legado está hecho! Sebastián se fue cuando la fundación goza de raíces fuertes, ¿cómo lo supo? Pues porque son seres superiores.

Conquistas de la fundación. El pasado 6 de octubre se celebró el Día Mundial de la Parálisis Cerebral.

La condición con la que nació Sebastián y que animó a Mónika, junto con otras madres que pasaban por lo mismo, a crear un espacio de calidad gestionando que estos niños contaran con derechos cubiertos y garantía de desarrollo. Así nació Nido para Ángeles, el 11 de diciembre de 2007.

“Al principio apoyábamos espacios que sabíamos podían atender a esos niños y con recolecta pagábamos a esos centros para que los asistieran”.
Hoy día la fundación ha impactado a 280 familias.

Un número de 124 niños se le asiste con psicología, rehabilitación física y psicopedagógica, educación escolar con la estimulación temprana y trabajo social para ayudar a familias de recursos escasos.

Aunque Mónika reconoce que se ha avanzado bastante, entiende que falta mucho por hacer.
“La discapacidad todavía es la cenicienta de los temas sanitarios.

Es cierto que la atención a la primera infancia es un logro ganado de los dominicanos, más siendo Conani un regulador importante de las políticas, es necesario que ese organismo se fortalezca, que realice una agenda mucho más productiva, buscar cambios necesarios para la población con parálisis cerebral” indicó. También planteó la necesidad de iniciativas que promueban alianzas con instituciones que trabajan con la niñez.

Sobre su vida. Mónika es una artista en toda su esencia. El ballet clásico es una disciplina que vivió de una manera única y formidable y sigue siendo su pasión. Representó al país en las más prestigiosas tablas de la danza del mundo.

Capitaleña, nació el 30 de mayo de 1967. Disfruta mucho comer aguacate con tostones, con arroz y habichuelas y últimamente gusta de los vegetales al grill y el pescado hecho a la sal.

Es seguidora de las obras de Gabriel García Márquez, y de la vida le apasiona la naturaleza.
Es una mujer de espíritu solidario, fuerte, adaptable a los cambios, siendo la sensibilidad del arte la que le ha ayudado a llevar los caminos que ha emprendido.

“La danza te hace madurar desde muy temprano, una bailarina ya a los 19 años está tomando decisiones muy fuertes de trabajo, y está exponiéndose a situaciones ante 2,000 a 3,000 personas donde ella controla el espacio”.

De niña moría por ser bailarina, algo que con tesón y dedicación logró, destacándose en su brillante trayectoria su paso por el Ballet Nuevo Mundo, en Venezuela. Como anécdota señala que siempre lleva consigo unas cucharitas de plata heredadas de su abuela y un jarrón de plata, de su mamá, dos tesoros en su vida.

En 1996 formó una empresa mediante la cual traía grandes compañías de danza del mundo al país, estapa que define como éxitosa, gracias a Dios, y en la que permaneció hasta 2005.

Una familia de valores. Es hija del antitrujillista Fidelio Despradel y Olga García, a quienes describe como ejemplos en su vida, llenos de valores, dedicados al amor y a la educación.

Tiene dos “extraordinarios” hermanos mayores, Manolo y Fidelio, de quienes recuerda que en sus cumpleaños ella “hacía el show, porque me encantaba bailar”.

De su infancia tiene perpetuadas escenas de su padre siendo perseguido en la era de Joaquín Balaguer y aclara que “nunca fue algo que me afectó o traumó, sino más bien era un orgullo colectivo porque era un grupo de hombres y mujeres que dieron todo por cambiar el sistema”.

Llegó un tiempo en que su padre se fue exiliado a Francia y cuenta que el año pasado visitó junto a su padre el hotel en el que estuvo encerrado junto a otros compañeros.
Mónika comenta que vivía en la calle sin salida Elvira de Mendoza.

El colegio donde estudiaba, Santa Teresita, quedaba justo detrás de su hogar y ella y sus hermanos tenían como costumbre volar la pared medianera de ambas edificaciones.
Cuando Mónika tenía 20 años, sus padres se divorciaron.

Ambos volvieron a casarse y su padre está casado con la reconocida poeta Chiqui Vicioso.
Una relación entre artistas.

El arte supo fusionarse creando una obra de amor. Mónika, bailarina, y José Antonio Rodríguez, cantautor, ya se conocían, pero una chispa se encendió cuando de casualidad se encontraron en un evento de la artista española Rosario Flores en el Teatro Nacional. “Era como vernos diferente a lo normal.

Nos sentamos uno al lado del otro y desde ahí mantuvimos una comunicación especial, aunque yo vivía fuera de RD por el ballet. Eran las Navidades del año 1995”
“Cuando vine de mudanza de Argentina, decidimos emprender esta aventura juntos.

El 20 de agosto de 1996 contrajimos matrimonio”.

De su unión nacieron Gabriela, en 1997, y Sebastián Jesús en el año 2000. José Antonio tuvo un primer matrimonio en el cual procreó a José Antonio y Jaen Alberto, de quienes Mónika asegura son como sus hijos.

A Gabriela la define como una joven social, dulce, muy independiente, segura de sí misma y de saber siempre qué es lo que quiere. “Apuesta a las cosas y te da sus razones, y eso nos enorgullece como padres, pues vemos en ella una persona firme en ese sentido”.

De Sebastián dice que era muy dulce, “no se quejaba por más incómodo que estuviera, a menos que tuviera algún dolor. Tenía una mirada tan tierna y una sonrisa cálida que lograba darme paz.

“Además, era una belleza de muchacho -ríe- con su nariz, sus ojos, su pelo, uhhh un lunar cerca de la boca. Me siento feliz porque tuve el privilegio de tenerle y verlo, además, engordar en París, de pasar de 40 libras a tener 80 libras”.

Seguimiento en la infancia. Siendo la parálisis cerebral un accidente en el cerebro que se produce al nacer o en los primeros dos años de vida, Mónika considera idónea la posibilidad de una conexión de las maternidades con instituciones que manejan infancia, con el fin de referir inmediatamente una situación de discapacidad en un bebé, para que se pueda obtener mayores posibilidades de una mejor salud.

Concluye que le gustaría además que las personas en extrema pobreza en el país tuvieran mayores oportunidades de una vida mejor, que existiera más equidad.

A las madres con hijos con parálisis cerebral les animo a tener fe, hacer lo que haya que hacer. No están solas, estamos aquí, lo hemos vivido y haremos lo posible por ayudar. Se ha demostrado que con la voluntad se puede

El coronavirus dejará algo bueno, y es que podemos permanecer con esta forma virtual para seguir ofreciendo el programa de terapia a niños de comunidades lejanas

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