Una barbaridad de orden fiscal

Una barbaridad de orden fiscal

El crecimiento de la economía de este país le debe mucho a las telecomunicaciones. Es un sector de  vigoroso crecimiento sostenido y que acumula una enorme cuantía de inversiones. Es, además de todo eso, puntero en modernidad, en adelanto tecnológico. La calidad de los servicios que brinda resiste cualquier prueba o medición calificadora que pretenda hacer comparaciones con países mucho más adelantados que el nuestro.

Pero aún con estas calificaciones, las telecomunicaciones, como sector económico, son víctimas de una barbaridad fiscal. En vez de incentivo para que continúen creciendo, el Estado las penaliza y lo hace hasta de una manera ilógica. Se les carga un 10% de impuesto al consumo, cuando este tipo de gravamen tiene por objetivo desestimular. En cierto modo, la barbaridad fiscal obliga al sector a nadar contra corriente y a vender un servicio que podría ser más barato.

El presidente del INDOTEL, David Pérez, propone un desmonte gradual de un 2% por año, para que en cinco años quede anulada la carga fiscal por ese concepto, quedando solamente el  16% del Itebis y el 2% destinado a dicho instituto. Sería una forma de eliminar una inequidad que perjudica a las firmas que brindan este servicio y a los usuarios. El aparente sacrificio fiscal podría ser compensado con la demanda extra inducida por la baja de precio de los servicios.

El “coladero” de la frontera

La frontera actúa en ocasiones como una especie de “coladero” por el que entran al país mercancías procedentes de Haití que al invadir el mercado perjudican a los productores locales. El país es autosuficiente en producción de arroz, pero por la frontera se cuela este cereal, y se cuela también ajo y otros renglones que no necesitamos importar. El daño es terrible para los productores y los perjuicios para sectores del comercio y el fisco también son de consideración.

Esa especie de “contrabando consentido” tiene que ser descontinuado. De la misma manera que se persigue el tráfico de drogas, armas o indocumentados a través de la frontera, hay que perseguir el contrabando de productos agrícolas que abundan aquí. No hay manera de que cargamentos importantes de alimentos pasen desapercibidos por los puestos de chequeo en la línea divisoria. Hay que taponar este coladero tan dañino para el país.

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