¡Una barbaridad! El pueblo paga

¡Una barbaridad! El pueblo paga

El fiasco en las elecciones del domingo 16 de febrero ha indignado un pueblo que paga una millonada para que la Junta Central Electoral (JCE) haga las cosas bien y los partidos políticos cooperen con la organización de las elecciones.
El pueblo merece que todo el dinero que aporta se utilice para una competencia electoral diáfana. No para presenciar un espectáculo de ineficiencia, negligencia o sabotaje.
A este momento, aún no se sabe quién ni cuándo se hará la necesaria investigación para identificar los culpables del fallo en las computadoras del voto automatizado. A la fecha, los partidos tienen las armas de insultos levantadas para acusarse uno con otro. Y a la fecha, la JCE no ha tenido una reunión de alto nivel con los partidos políticos.
¿Qué no hay mediadores? ¡Son excusas! El pleno de la JCE y los altos dirigentes partidarios deberían tener la dignidad de buscar rápidamente una solución a los problemas que se presentaron. El pueblo espera y observa.
Hay agua derramada que ya no es posible recoger. Por ejemplo, el dinero que gastaron los candidatos. Ahora tienen que buscar más para seguir en campaña. Algunos son ricos o tienen patrocinadores ricos, pero muchos hacen un gran esfuerzo recaudando dinero para sostener una candidatura. Esos pagarán el precio de la suspensión.
¿Y el pueblo? Los equipos del voto automatizado de esta JCE costaron una millonada, al igual que los escáneres de la JCE anterior. Todo ese dinero ha ido a enriquecer proveedores porque los equipos no funcionaron. Peor aún, hasta almacenamiento se ha pagado para guardar unos escáneres que no se utilizaron en el 2016. Ese dinero que aportó el pueblo pudo haberse destinado a mejorar los servicios de salud de este país.
Además, los miembros de la JCE, al igual que los de las altas cortes, cuando salen de sus cargos, reciben una pensión de por vida por haber trabajado unos cuantos años en esas instituciones. Es un dineral inmerecido que paga el pueblo, cuando en este país la inmensa mayoría de las personas mayores no tiene ni siquiera una pensión equivalente al salario mínimo. ¡Es abusivo!
Ellos mismos, políticos y funcionarios electorales repiten y repiten que las elecciones son un festival democrático, que la democracia es cara. ¡No! Las elecciones no son una fiesta ni tienen que ser caras. Las elecciones son una dura competencia entre políticos hambrientos de poder que hay que moderar en sus ambiciones, y para eso están las autoridades electorales; no para ser complacientes ni cómplices.
El hambre de poder siempre dificulta los acuerdos entre los políticos para establecer reglas de juego democráticas, porque la lógica de la competencia electoral indica que para subir hay que destruir a los contrincantes. ¡Pero ojo!, cuando esa lógica se lleva al extremo, los políticos conducen la sociedad al caos.
Hay dos partidos que tienen mucho que perder si estas elecciones se malogran, porque son los dos que ganarían la inmensa mayoría de las posiciones según indican todas las encuestas: el PLD y el PRM. Por ahí tiene que comenzar la conversación y el acuerdo para lograr reglas de juego que garanticen una competencia real y la efectividad de la JCE.
El PLD, con muchos años en el poder y escándalos de corrupción, necesita contribuir al éxito del proceso para que sus autoridades electas tengan legitimidad. El PRM necesita que el proceso sea diáfano para que muchos de sus candidatos triunfen. Esas necesidades abren la posibilidad de diálogo y concertación entre contrincantes. ¡Háganlo!

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