Una batalla en los tribunales

Una batalla en los tribunales

Hoy nos sentimos altamente preocupados ante las autoridades judiciales que manejan el tren gubernamental del país. Nos asusta cómo inversionistas extranjeros llegan a este país y los engañan. Recuerdo que en el año 2005 llegamos desde Londres con la ilusión de invertir en una estación de gasolina, al principio tenía ciertas dudas de hacer ese negocio; pero era tanta la insistencia de mi familia que decidimos invertir.

Bueno, a raíz de una recomendación familiar (un amigo familiar de mi papá, ya fallecido) connotado periodista, nos recomendó un prestigioso bufete de abogados. Nos impresionó de tal manera que hicimos la transferencia a la cuenta en dólares del abogado.

A raíz de esa negociación, en donde seriamos los principales accionistas, ya que habíamos aportado la mayor cantidad de dinero-para nuestra sorpresa- el pariente con el que haríamos la sociedad asumió que él sería el dueño de la mayoría de las acciones, sin haber puesto un solo centavo.

En ese entonces la tasa del dólar  estaba en 28 y pico, y hoy en día a 38 y pico, una gran diferencia, medio millón de dólares hasta la fecha sin recibir nada. Al ver que la situación no tenía ningún asidero, decidimos contratar a otros abogados con quienes agotamos dos años.

De todos modos, el primero tuvo la certeza de guardar los documentos (el título y las acciones) en su bóveda, hasta que el problema se resolviera. Transcurrieron dos largos años litigando en los tribunales y no logramos nuestros objetivos. Estos señores querían simplemente engañarnos e invadir el negocio con una sentencia con un secuestrario judicial a quien no conocíamos (pariente de los abogados).

Decidimos no notificar esa sentencia, ya que se trataba de otra fechoría más.

En el año 2007 nos llaman del prestigioso bufete para firmar un contrato con garantía hipotecaria y así hizo- creíamos que ya había terminado este asunto; se nos exigió el pago de los impuestos para gravar la hipoteca, compramos un cheque administrativo por un valor de RD$227,000.00 y se lo entregamos a los abogados, el cuota litis; pero éstos no habían cumplido con su cometido.

Para nuestra sorpresa, el cheque administrativo se había utilizado para pagar impuestos de otros contribuyentes, en vista de ese ilícito nos dirigimos al Colegio dominicano de Abogados y agotamos casi dos años, en donde logramos una sentencia-suspensión del exequátur. Perdimos mucho dinero; pese a todo esto nos acercamos a Impuestos Internos para saber qué otras irregularidades tenían esas personas en esa institución (no está autorizada, ya que estos han cometido otras fechorías).

Un día se nos ocurre ir a Jurisdicción Inmobiliaria- hipotecaron y falsificaron nuestras firmas, ya que había una oposición que garantizaba nuestra inversión. Denunciamos este hecho ante el Ministerio Público, éstos a su vez nos envían al Instituto de Patología Forense, INACIF. Allí toman nuestras muestras caligráficas, increíble, pero cierto: el peritaje no tuvo los resultados reales.

Al estar insatisfechos porque ese documento nunca estuvo firmado por nosotros, se hizo una objeción al dictamen, demostrando la no veracidad del peritaje. Hoy la resolución da como resultado que se trataba de una mala práctica urdida en esa institución.

Hoy, después de seis largos años, estamos librando una gran batalla en los tribunales. Esperamos en Dios y que la Divina Providencia nos ilumine, y que este penoso incidente nos dé la satisfacción de recuperar la paz que toda persona honorable merece.

Al final del túnel, siempre hay una luz.

 Bienaventurados los pacíficos.

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