Una biografía descubre el pasado como cantante del autor de “El código Da Vinci”

Una biografía descubre el pasado como cantante del autor de “El código Da Vinci”

POR NICOLE SENCIÓN / TONY CALDERÓN
Antes del éxito de “El código Da Vinci”, el estadounidense Dan Brown era un gran coleccionista de fracasos, con tres novelas: “La fortaleza digital”, “Ángeles y demonios” y “La conspiración”, que no habían estado a la altura de las expectativas y una carrera de músico de rock interrumpida a mitad de camino.

Recién cuando apareció su best-seller, que lleva vendidos más de 25 millones de ejemplares en todo el mundo, el escritor tuvo la esperanza de poder dedicarse a una profesión creativa.

“El hombre detrás del Código Da Vinci”, flamante biografía firmada por Lisa Rogak, desvela el pasado de este escritor que el 22 de junio cumplió 42 años.

El libro no es un prodigio de investigación y no cuenta con el testimonio del autor, pero estas deficiencias se compensan con los jugosos datos que aporta sobre la vida de Brown antes de “El código Da Vinci”, en la que el pasado musical del escritor aparece como lo más llamativo.

Educado en un colegio para ricos, el Exeter College, y una universidad de élite, Amherst, Brown se compró un sintetizador y un equipo de grabación de segunda mano y empezó a experimentar hasta que publicó su primer single, “SynthAnimals”, destinado al público infantil.

El futuro escritor de éxito se convenció de que lo suyo era la música, así que grabó su primer álbum para adultos, “Perspective”, y en la primavera de 1991 se mudó a Los Ángeles para intentar el triunfo en el mundo de la música.

Para llegar a fin de mes, Brown daba clases de español en un instituto de Beverly Hills y comenzó a meterse en los ambientes y centros de producción musicales. En ese ambiente conoció a la que luego sería su mujer, Blythe Newlon, entonces directora de desarrollo de la Academia Nacional de Compositores.

Gracias a ella consiguió que su siguiente disco se lo produjera Barry Fasman, que había trabajado con Billy Joel, Paul Simon y Prince.

El disco, que se tituló “Dan Brown”, no cuajó. El escritor lo atribuyó a su falta de ganas para cumplir con el “código Hollywood”.

Brown solía ir vestido de chaqueta y corbata a las reuniones con los ejecutivos musicales, que acudían en jeans, y les mencionaba su exquisita educación, cuando ellos, en su mayoría, no habían terminado el bachillerato.

“En un entorno en el que se glorifica el pelo largo, los tatuajes y el amanecer borracho en la calle, mi probado dominio del inglés no es exactamente un requisito previo para el éxito”, se justificaba Brown.

En 1995 apareció su última aventura musical titulada como uno de sus libros, “Angels & Demons”. Después volvió a Exeter con su mujer y empezó a escribir.

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