Monserrat Rodríguez León, directora de la carrera de Ciencias de la Nutrición en la Universidad Autónoma de Guadalajara, subraya la importancia de una dieta equilibrada para mantener el funcionamiento óptimo del cerebro, prevenir la neurodegeneración y evitar el envejecimiento prematuro. «El cerebro es el órgano central encargado del control de las funciones corporales, la coordinación de actividades, y el procesamiento de la información cognitiva, emocional y sensorial», explicó la especialista.
Las neuronas, las células principales del cerebro, son impactadas por los alimentos que ingerimos. Según Rodríguez León, «una dieta poco saludable, con altos contenidos de grasas y azúcares, provoca inflamación neuronal y limita la formación de nuevas neuronas». Esto no solo afecta el funcionamiento cerebral, sino que puede propiciar el desarrollo de trastornos como la depresión.
El cerebro, que realiza tareas cognitivas esenciales como pensar, aprender y recordar, demanda el doble de energía que otros órganos. Su principal fuente de combustible es la glucosa, por lo que un suministro adecuado de esta es vital. «Episodios de hipoglucemia o niveles elevados de glucosa pueden dañar la función cerebral, incluso reducir el volumen del cerebro», explicó Rodríguez León.
Además, la experta destacó la conexión intestino-cerebro, un eje que vincula ambos órganos. Las señales enviadas desde el intestino al cerebro tras la ingesta de alimentos pueden influir en nuestras capacidades cognitivas, incluyendo la concentración y la memoria. Una dieta inadecuada, advierte Rodríguez León, puede causar inflamación en el cerebro, afectando negativamente estas habilidades e incrementando el riesgo de depresión.
Un componente esencial en la relación entre la alimentación y la salud mental es la serotonina, un neurotransmisor que regula las emociones, el sueño y el apetito. «Cerca del 90% de la serotonina se produce en el intestino», señala Rodríguez León, y los niveles bajos de este neurotransmisor pueden llevar a un aumento en los antojos de carbohidratos y desequilibrios en los niveles de glucosa, afectando directamente la salud mental.
Para producir serotonina, el cuerpo necesita triptófano, un aminoácido que se encuentra en alimentos ricos en proteínas como el pollo, los lácteos, los huevos y las leguminosas. Según Rodríguez León, incrementar los niveles de serotonina en el cerebro promueve la calma, mejora el sueño y reduce los antojos de alimentos ricos en carbohidratos.
Finalmente, la especialista enfatizó la importancia de los ácidos grasos, esenciales para el desarrollo y funcionamiento del cerebro. «El consumo de alimentos como aguacates, semillas, nueces y pescados es indispensable para mantener la salud cerebral», puntualizó.
En conclusión, Rodríguez León subrayó que una alimentación adecuada puede influir positivamente en los procesos cognitivos, emocionales y en el bienestar general, por lo que cuidar lo que comemos es fundamental para mejorar la calidad de vida.
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