Una buena idea de los demócratas

<p>Una buena idea de los demócratas</p>

Bob Menéndez, el senador demócrata de Nueva Jersey, podrá o no podrá avanzar con su propuesta de fondo para el desarrollo económico y social de América Latina, pero es una iniciativa bien recibida. En momentos en que Estados Unidos sigue a la defensiva en el hemisferio, es una buena idea ofrecer algo más que la fórmula de libre comercio, democracia y combate a las drogas, que ha dominado la política hacia América Latina, al menos durante la última década.

Mucho más, cuando la agenda de libre comercio -centrada en los acuerdos con Colombia, Perú y Panamá- está en dificultades.

Menéndez, quien será miembro del comité de relaciones exteriores del Senado, está proponiendo un fondo de US$2,5 millardos. Tiene toda la razón al sugerir que “la agenda tiene que ser mucho más amplia […] y sin cambios va a ser muy difícil avanzar en la estabilidad de la región”.

Al menos, parte del dinero pudiera ser útilmente empleado en respaldar las iniciativas público-privadas destinadas para estimular clubes de trabajadores migrantes, a enviar dinero para ser utilizado en proyectos de infraestructura y negocios en sus pueblos de origen. En México, decenas de millones de dólares han sido canalizados a construir caminos en estados como Zacatecas, mediante los planes “tres por uno”, bajo el cual las autoridades mexicanas federales, estatales y municipales aportan un dólar por cada dólar enviado por los emigrantes. EEUU debe aportar un dólar adicional al financiamiento -sería cuatro por uno- y estimular a los gobiernos en los países más pobres ricos en remesas, como El Salvador, que han actuado mucho más lentamente que México en esta área.

CHÁVEZ EN NICARAGUA

La alianza entre la Venezuela de Hugo Chávez y el recién electo gobierno nicaragüense de Daniel Ortega -que regresa a la presidencia esta semana, después de su victoria electoral en diciembre-, es el reto más reciente a la influencia de EEUU en la región.

Fuentes confiables en Managua, la capital de Nicaragua, dicen que el feroz anti-EEUU Chávez está planeando enviar una delegación de unos 150 funcionarios de su gobierno a la ceremonia de toma de posesión de Ortega, mañana miércoles. Esto contrasta con los cuatro delegados de Washington y tres del vecino Costa Rica. También dicen que el líder izquierdista venezolano tiene muchísimas ideas para los próximos meses y años. Entre otras, ayuda sustancial mediante petróleo barato, programas de construcción de viviendas en una escala jamás vista en Nicaragua, y una cooperación estrecha en educación y salud.

Y todo esto suena particularmente dulce, y no sorprende, para un equipo de transición, muy inclinado a la izquierda en su perfil, y que también enfrenta desafíos sociales y económicos: en los 16 años en que los sandinistas estuvieron fuera del poder, el crecimiento económico no ha propiciado niveles de vida sustancialmente mejores para los grupos mayoritarios de la población.

LA GUERRA A LAS DROGAS DE CALDERÓN

No es frecuente ver a los presidentes mexicanos en traje militar de campaña. Y casi se desconoce que uno aparezca, como hizo Felipe Calderón la semana pasada en el estado costero de Michoacán, con el uniforme reservado al combate, en lugar del traje más ceremonial. Pero a pesar de la vestimenta ligeramente inusual, el mensaje quedó claro: Calderón habla en serio.

Los objetivos del presidente Calderón son múltiples: el más claro es transmitirle al país que él, personalmente, está dirigiendo la guerra contra el crimen organizado y, en particular, la operación que involucra a miles de miembros del Ejército y la Policía, que él comenzó contra los narcotraficantes en Michoacán, poco antes de Navidad.

Un segundo objetivo es imponer su autoridad en una presidencia que, después de un resultado disputado y dilatado, muchos mexicanos consideran que no es del todo suya.

Hay pocas dudas sobre que la jugada de Calderón es astuta. Al elegir a los narcotraficantes, está atacando un fuerte importante de crimen y violencia, y ha tratado de dar respuesta a las demandas de la población de una mayor seguridad. En los últimos años, los traficantes de drogas se han hecho fuertes en muchos estados, y con niveles particularmente elevados de violencia este año, algunos analistas están hablando de una “colombianización” de México.

Si tiene éxito, la medida también avanzará mucho en el establecimiento de su autoridad personal en un escenario político que continúa estando profundamente dividido y en el cual él tiene que acumular capital político para realizar las nuevas reformas estructurales durante su presidencia.

Pero no está exento de riesgos. Un problema obvio es mostrar resultados convincentes con fuerzas que carecen de preparación, y medios de búsqueda de información eficaz-todo esto contra un enemigo que ha demostrado ser suma y decididamente resistente en todo el mundo.

El segundo, es un producto del primero: si Calderón no logra aplastar las drogas rápida y exitosamente, corre el peligro de que su primera gran actuación sea considerada un fracaso, lo cual debilitará más aún al que muchos mexicanos consideran un presidente débil. El éxito, por otra parte, fácilmente podría conducir a temores de que Calderón asumirá un punto de vista igualmente duro en otras áreas problemáticas, incluyendo disputas por la unión y quejas sociales, con toda la erosión de libertades civiles y libertad de expresión que eso pudiera implicar. Calderón ha dejado claras sus intenciones, pero también debe andar con cuidado.

NERVIOSISMO EN LOS MERCADOS BRASILEÑOS

La caída en los precios de las acciones el viernes pasado -de 0.85% en Nueva York, 1.2% en Fráncfort y 4.03 en Sao Paulo-, ilustra una verdad bien sabida. Cuando los inversionistas se ponen nerviosos, se ponen particularmente nerviosos con Brasil. Esto no se debe solo a que Brasil sea el mercado emergente de mayor liquidez y ofrezca la vía de escape más expedita. También refleja las preocupaciones por el propio Brasil, particularmente sus problemas fiscales y la aparente incapacidad del gobierno de encontrar vías para lidiar con ellos.

Sin duda, el primer acto del presidente Luis Ignacio Lula da Silva en su segundo mandato consecutivo de cuatro años, que empezó el primero de enero, fue vetar la propuesta de su propia administración de reducir el actual gasto del gobierno federal -en las pensiones del sector público, nómina, etc-, en 0.1% del producto interno bruto cada año, a partir de 2007.

EstA es la más reciente de una serie de decisiones iniciadas en la campaña electoral del año pasado, que hacen la necesidad de actuar de extrema urgencia. Sin embargo, Lula da Silva aplazó el anuncio de un paquete de medidas para estimular el crecimiento -su meta de 5% este año, duplica el promedio de los últimos 15 años- y su segundo mandato ha empezado en el limbo. Dos meses después de su reelección, todavía tiene que nombrar los ministros que compondrán su gobierno.

Mientras tanto, siguiendo los pasos a una crisis en la aviación, llegó la nueva crisis en la seguridad pública, con la violencia por los miembros de pandillas de narcotraficantes en Río de Janeiro que causaron la muerte de 19 personas, incluyendo siete que murieron cuando un ómnibus se incendió. Ambas crisis indican viejas fallas en la administración. La respuesta del presidente ha sido abrir el diálogo con el nuevo gobernador del estado Río de Janeiro (y negarle su petición de tropas en las calles).

El diálogo es una mejoría en la situación anterior, cuando los gobiernos estatal y federal simplemente se culparon recíprocamente, mientras no hacían nada. Sin embargo, es un preocupante recordatorio del enfoque del presidente de los problemas fiscales y otros de Brasil. Lograr que ambos se acerquen a conversar es un paso necesario. Pero otros elementos del gobierno -liderazgo, formulación de la política, y la acción- siguen estando ausentes.

LA OPOSICIÓN DE ARGENTINA

La decisión de Roberto Lavagna, de postularse para las elecciones presidenciales de Argentina, no causa sorpresa. Después de un periodo relativamente tranquilo tras su separación abrupta del cargo de ministro de Economía en noviembre de 2005, Lavagna ha estado criticando consistentemente al presidente Néstor Kirchner -ya sea por desplazarse a la izquierda, por una política económica mal encaminada, o por su creciente autoritarismo-, además de reunirse con miembros de la oposición de varios colores.

Pero a este paso, el resultado de las elecciones programadas para octubre tampoco es probable que cause mucha sorpresa. Si el muy popular Kierchner se postula para la reelección, o si su esposa Cristina Fernández ocupa su puesto, lo más probable es que el gobierno gane por un amplio margen, según encuestas recientes.

La única forma en que la débil y fragmentada oposición tiene opciones de entablar un combate, es si une sus fuerzas, lo que probablemente llevarían las elecciones a una segunda vuelta, si Kirchner no logra el 45% necesario de los votos (o una ventaja de diez puntos).

A juzgar por la pálida reacción a las noticias de Lavagna de su aliado potencial más fuerte, Mauricio Macri, por no mencionar el duro rechazo del aliado más cercano de Macri, Ricardo López Murphy, de tener alguna relación con Lavagna, esto no puede darse por hecho. Los próximos dos meses serán críticos para ver cómo la oposición se alinea contra el gobierno. Si quieren darle una gran sorpresa a todos, tendrán que arreglar sus diferencias.

VERSION IVAN PEREZ CARRION

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