¡Una buena merienda!

¡Una buena merienda!

Básicamente, una buena merienda debe incluir:
Cereales, es decir, pan, galletas, etc., que dará al niño la energía necesaria para el buen funcionamiento de sus músculos y de su cerebro; Productos lácteos, como un vaso de leche (con o sin chocolate en polvo), un yogur natural o de frutas, un trozo de queso, etc., porque son ricos en calcio y en proteínas favorables a su crecimiento;

Una pieza de fruta o un zumo natural de frutas, por el alto contenido de fibras y de vitamina C;

Y agua, para calmar la sed.

Es importante, para que tu hijo se mantenga interesado en la merienda, que este comida también tenga algunas variaciones. Se pueden crear sandwichs con distintos rellenos, introducir algunos frutos secos, e incluso permitir a que tu hijo coma, en alguna ocasión, un caprichito recién salido de la pastelería, peo que eso no se convierta en un hábito.

Una mala merienda

Por las prisas, o por otro motivo cualquiera, muchos padres no se preocupan por la calidad de los alimentos que ofrecen a sus hijos en la merienda. La merienda, si está bien equilibrada, no tiene porque provocar la obesidad en el niño. Lo que sí puede alterar el estado de salud de los niños son los errores que cometen algunos padres a la hora de elegir lo que el hijo va a comer.

La merienda debe ser preparada con el mismo mimo que el resto de las comidas. Lo que no se debe hacer:

 Ofrecer al niño apenas un paquete de galletas.

Permitir que el niño llene sus tripitas con papas fritas, manies, dulces, etc.

Pensar que con apenas un bollo (sobaos, donuts, etc.) el niño estará alimentado.

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