Una buena oportunidad para rectificar

Una buena oportunidad para rectificar

JOSÉ LOIS MALKUN
Después de un desastre natural y su secuela de dolor, muerte y grandes pérdidas económicas, es normal que un Jefe de Estado se dirija a sus ciudadanos para ofrecerle esperanzas y acciones concretas.

Es el momento donde los mandatarios muestran si realmente desean hacer algo diferente por el bienestar de su país o prefieren seguir su camino como si nada hubiera pasado. Hablamos de aprovechar la oportunidad para que el Gobierno corrija errores pasados, rectifique decisiones desafortunadas, adopte medidas extraordinarias o reencause los recursos públicos para dirigirlos donde realmente se necesitan.  El Presidente Fernández, no hizo nada de eso en su discurso. Lo primero es que envió al Congreso un proyecto de Ley para una emisión de bonos por 5 mil millones de pesos cuando ha tenido un superávit presupuestario de 20 mil millones en lo que va de año.

Tampoco habló de que existen 1,600 millones en el presupuesto del 2007 para atender emergencias nacionales como las de Noel, que es una suma significativa que apenas se ha utilizado.

No anunció la cancelación de la compra de los aviones Tucanos, que hubiera sido bien acogida para no seguir endeudando al país innecesariamente. Tampoco mencionó nada sobre la necesidad de reestructurar y equipar todo el sistema de alerta nacional, incluyendo La Dirección de Meteorología, la Comisión Nacional de Emergencia e instituciones vinculantes. Una alerta a tiempo de Noel hubiera evitado muchos muertos, graves errores en el manejo de las presas que costarán mas de US$30 millones repararla y miles de millones de perdidas innecesarias por las inundaciones. Los mismos técnicos de estas instituciones se han quejado públicamente de que no tienen las mínimas condiciones para realizar su trabajo preventivo y post tragedia.

Sobre el Metro, ni hablar. Solo con reducir a la mitad las asignaciones de tres meses que se chupa esta gigantesca obra podrían reunirse mil millones de pesos para rehabilitar parte de la infraestructura afectada por la tormenta. Pero imposible hablar de eso. Es como si la rotación de la tierra se parara por 90 días.

Para rehabilitar la agricultura, habló de la recapitalización del Banco Agrícola con 1,200 millones y mora en el pago de los intereses. Eso esta bien. Pero el Presidente no entiende que una gran mayoría de productores afectados no tiene crédito del bagricola. Lo que necesitan es que le distribuyan material de siembra, le preparen su tierra, le arreglen los caminos vecinales y le limpien los canales de riego. Muchos son pequeños productores de bienes alimenticios que subsisten por la asistencia de la SEA o el IAD.

Ahora resulta que los productores de arroz, que absorben el 70% del crédito del Banco Agrícola y que habían cosechado gran parte de este cereal, serán los mayores beneficiados de estas medidas sin haber sido afectado por Noel.

El Presidente habló para prometer acciones de corto plazo, como todo un candidato reeleccionista. Pero no dijo nada para acabar con la improvisación y la desinformación, cuando el país se ve amenazado por fenómenos naturales como Noel. Nada para mejorar las instituciones que atienden las emergencias. Nada que reoriente el gasto publico y frene el dispendio y la francachela. Nada que corrija los absurdos e innecesarios prestamos externos que están empeñando nuestro futuro. Nada de bajar los impuestos al Petróleo que esta arrasando a las empresas más de lo que Noel lo hizo. El Presidente no dijo nada importante. Nada que llene de optimismo y siembre esperanzas en los dominicanos.

En poco tiempo veremos también que nada de lo que prometió se cumplirá. Porque el dinero que se recaude de los prestamos y de la emisión de bonos será en gran parte utilizado para sus propósitos reeleccionistas.

Definitivamente, la credibilidad del Mandatario y de su Gobierno, se ha perdido. Se ha esfumado de la noche a la mañana por esa terquedad y ambición de poder.

Noel, aun con su secuela de daños y muertes, era una buena oportunidad para reencausar al país y al Gobierno. Para redefinir políticas y estrategias. Para reestablecer la confianza perdida. Pero que va. Otra oportunidad perdida.

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