Una burla mayor

Una burla mayor

¿Dónde se oculta la carátula tragicómica que encubre la burla? ¿Hasta dónde llega el descaro? ¿Es de buen gusto, es de estilo, protocolarmente correcto que un Presidente de la República vaya a otro país y hable en el idioma extraño y desdeñe el propio?

Pero ¿qué se ha creído este hombre, quien por arte de birlibirloque, ostenta poder que el que tuvieron en su oportunidad Pedro Santana, Ulises Heureaux, Rafael Trujillo Molina y Joaquín Balaguer?

¿Acaso es ignorancia o desprecio?

No es difícil entender lo que ocurre: el caso del doctor Leonel Fernández debe ser analizado por siquiatras, por especialistas de la conducta.

O puede que sea un peón de potencias extranjeras de las que fuerzan y fuerzan hasta que el día menos pensado puede que el mingo se salga de la mesa y nadie sabrá quién quedará con la cabeza sobre los hombros.

¿Será que el doctor Fernández tiene un batiburrillo tan grande en su mente que entiende que lo malo es bueno y que lo bueno no existe? ¿Acaso tiene el doctor Fernández estrabismo mental y esa condición le impide ver claro? ¿Es que el doctor Fernández desconoce o se limpia con la historia?

La historia es la vida acumulada por un pueblo, con sus alegrías y sus tristezas, con sus fallas, depresiones y victorias, con sus tientos y aciertos, con sus derrotas y las enseñanzas que le permiten levantarse tantas veces como cae.

La historia existe, siempre será más, mucho más, que lo que un hombre puede intentar u ocultar, desconocer o pasar por alto.

El 3 de abril de 1805, el derrotado general haitiano Henri Christophe ofreció garantías al cura de Moca para que cantara un Te Deum porque había terminado la guerra.

“Acudieron al templo más de quinientas personas de todas clases sexos y edades, además de la soldadesca desenfrenada, la cual cerró todas las puertas al comenzar la ceremonia y se entregó de lleno al desorden, saciando su furor brutal sobre aquella concurrencia inofensiva, de la que quedaron muy pocas personas con vida, porque hasta el sacerdote que oficiaba fue ensartado en las bayonetas…”  así lo cuenta el historiador José Gabriel García.

Los invasores haitianos huían derrotados pero antes Monte Plata, Cotuí, San Francisco de Macorís, La Vega, Moca, San José de las Matas, Montecristi, Santiago, sufrieron los abusos, vejaciones, robos y asesinatos de tropas encabezadas por Henri Christophe y otros vándalos.

La verdad es que aquí hemos perdido peligrosamente la capacidad de asombro.

El país no puede pasar por alto el insulto del doctor Fernández a la historia nacional, al inaugurar una universidad construida con dinero del Estado dominicano, con el nombre de Henri Christophe.

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