Una caja de sorpresas

Una caja de sorpresas

HAMLET  HERMANN
Vistos los resultados del Clásico Mundial de Béisbol, da la impresión de que los gobernantes de Estados Unidos presentían lo que podía ocurrirle a sus megaestrellas en el terreno de juego. Primero, sus autoridades se oponían a concederles visa a la delegación cubana para que ingresaran en territorio de Puerto Rico, donde se celebraría la primera ronda de esa serie.

La “guerra preventiva” se había dirigido hacia los cubanos revolucionarios, campeones olímpicos y mundiales de esa disciplina deportiva. No obstante, la dignidad puertorriqueña se impuso. Los dirigentes del béisbol de esa nación establecieron que no serían sede de un evento donde primara la discriminación política.. La razón se impuso a la sinrazón y, al fin, el equipo de Cuba pudo ingresar a esa posesión norteamericana y participar en el Clásico.

Fue evidente para los seguidores del evento internacional que la elaboración del calendario y la distribución de los equipos en grupos fueron realizados según unos criterios que, evidenciaban poca equidad. Algunos aspectos parecían inclinarse a favorecer a Estados Unidos. Además, los juegos se desarrollaron con árbitros norteamericanos en su casi totalidad.

En la primera ronda sucedió lo que todos esperaban. Clasificaron los que lógicamente debían hacerlo. Sin embargo, en la segunda ronda la calidad se elevó y nuevos problemas empezaron a asomar. Crecieron las angustias de quienes se suponían eran los seguros y anticipados ganadores del torneo. Los bates estadounidenses dejaron de sonar y los árbitros tuvieron que empezar a hacer de las suyas. Cosas que ni siquiera los lentes de las cámaras de televisión podían detectar eran apreciadas por los “umpires” estadounidenses. Muchos preguntaban: ¿eran incapaces profesionalmente o actuaban conscientes de sus malas decisiones? Una y otra vez las apreciaciones favorecían al equipo con USA en el uniforme y perjudicaban a los adversarios.

A pesar de los pesares, entre los equipos que clasificaron para las semifinales de San Diego, California, no estaba el de Estados Unidos. Dos países asiáticos, Korea y Japón, junto a dos latinoamericanos, República Dominicana y la siempre revolucionaria Cuba, ganaron el derecho a participar. La consigna parecía ser: “el mundo sí, yankis no”. Esta noche se decide el Clásico Mundial de Béisbol entre Cuba y Japón, o lo que es lo mismo decir, esta noche sabremos qué país será considerado como campeón mundial. Son dos equipos de gran calidad y cualquiera de ellos puede ganar porque la pelota es redonda aunque viene en cajas cuadradas.

Una de las conclusiones de esta experiencia es que lo que ahora se llama Serie Mundial de Béisbol, el enfrentamiento entre los equipos ganadores de las ligas Americana y Nacional de Estados Unidos, acaba de perder el derecho a llamarse de esa manera. Los países que juegan buen béisbol acaban de demostrarlo. Ya no podrá ignorarse que un país como República Dominicana aporta a las Grandes Ligas diez peloteros de primera calidad por cada millón de sus habitantes, cinco veces más que Estados Unidos. El béisbol de gran clase ya no es como solía ser. Si en 1980 los ganadores de los principales premios en las ligas mayores se apellidaban Schmidt, Brett, Carlton y Stone, veinticinco años después, esos mismos premios correspondieron a personas llamadas Pujols, Rodríguez, Carpenter y Colón. La diferencia es notable y el centro de gravedad de la calidad se va desplazando fuera de Estados Unidos. Y si a alguien se le ocurriera decir que ese es un fenómeno pasajero, debe enterarse que en el juego de futuras estrellas que grandes ligas organizó el pasado año 2005, del equipo de 25 jóvenes seleccionados, 19 habían nacido en América Latina, o lo que es lo mismo decir, tres de los cuatro peloteros más prometedores son latinoamericanos.

Tampoco puede ignorarse que si los jugadores cubanos decidieran participar en las grandes ligas, la cantidad de latinos sería inmensamente mayor. Durante muchas décadas, más de medio siglo quizás, Cuba fue el principal proveedor de jugadores latinoamericanos para Estados Unidos. Y las demostraciones que la alineación regular cubana dio en este Clásico Mundial de Béisbol probaron que muchos de ellos podrían jugar ahora mismo y tener éxito instantáneo en el más famoso de los circuitos beisboleros de Estados Unidos. De todas maneras, la calidad del juego lo dijo todo: el béisbol ha progresado en cantidad y en calidad, irónicamente, justo cuando las autoridades del deporte mundial excluyeron esa disciplina de los Juegos Olímpicos.

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