Una cálida Navidad

Una cálida Navidad

POR LLENNIS JIMÉNEZ
Su casa es donde la Navidad  comienza y más tarde,  por donde termina. Más que un rincón, su hogar es un santuario de la Navidad, con preciosos adornos que parecen ser elegidos por un espíritu infantil.

El 15 de octubre, a más tardar, se enciende la maquinaria humana que coloca en lugares previamente identificados, los vistosos duendecillos, cascanueces, santas en versión gorda y esquelética; arlequines, velones, ángeles y muñecos de nieve.

Es el hogar de Miriam Polanco de Ramírez, una casa que en su puerta principal, durante la Navidad, da la bienvenida un trío de Santa Claus en una  escalera de cuerdas.

Hasta mediados de marzo se muestra la Navidad en todos los espacios de la familia, a la espera del cumpleaños de su esposo Alberto, un pisciano que se confiesa “locamente enamorado de la época”.

Un ambiente que permite bailar, divertirse y coquetear, es lo que se abre en sus salones, confirmando la teoría de que todos llevamos un niño por dentro.

Polanco de Ramírez, ama de casa con estudios de decoración, se estrenó en el arte que significa para ella armar un árbol y un pesebre, pero a su imaginación le agrega el estilo depurado de las decoradoras Jatnna de Jesús, Lady Durán y Maricruz López, quienes ya conocen su gusto. Por supuesto, al finalizar el escenario del encantador ritual, ella le agrega su toque personal.

No escatima esfuerzos -tiempo, dedicación, recursos económicos- cuando de agradar sus ojos y los de su marido se trata. Miriam y Alberto, cuyo tiempo de matrimonio les alcanzó para procrear una hija de 23 años, Jennifer, y romper, ambos, las múltiples limitaciones de la infancia, disfrutan enormemente con la maravilla de la Navidad, la que entienden  sirve para que las personas piensen en aportar algo por mundo mejor.

Aunque su hija se instaló en la Universidad de Alcalá de Henares, Madrid, España, en busca de un título de post grado, los villancicos se escuchan con la misma intensidad que antes en el hogar de esta pareja.

Como si se tratara de una coincidencia de juegos favoritos, se ponen de acuerdo para iniciar la decoración con flores de Pascua en el andén que lleva a la puerta de la sala, la que también  tiene un  marco decorado e iluminado.

En el corredor que conduce al interior se aprecia un ángel de mesa, envuelto en tela de  raso y  pana roja y dorada;  ya que  en la sala principal, en cojines y mesas, reina la figura de Santa Claus, que incluso, se siente en los muebles.

Trescientas luces alumbran el árbol de 12 pies, en la primera planta de la casa, al que le cuelgan casitas, mariposas, duendes con frutas, racimos de uva y las tradicionales bolas de Navidad.

UN TESTIMONIO DE AMOR

“Aquí somos enfermos con la Navidad, por eso desde que me casé,  me gusta colocar detalles en toda la casa”, dice Polanco de Ramírez. Su esposo Alberto tiene el criterio de que la Navidad es para hacer que la vida brille como una estrella, y para abrirse a la vida, aprender a amar y a enfocar el futuro cercano guardando la envoltura de lo bueno que llega.

OTROS DETALLES

El centro del comedor está reservado para dos santas trepadores y un adorno de cariátides con manzanas. La cocina, la vitrina y las ventanas tienen  singulares símbolos de la festividad que recuerda el nacimiento de Jesucristo. La réplica de la chimenea está iluminada. La imaginación de Polanco de Ramírez llegó hasta el balcón de la segunda planta de su vivienda en Arroyo Hondo III, donde puso mariposas y guirnaldas.

El bar tuvo sus particulares adornos de santas y beefieater, lo mismo que el patio al estilo español y el trayecto que da a la piscina no quedó sin un punto especial. Ella, que no es de mucho hablar y que ha sido la fuerza motriz en la trayectoria de su compañero, derrocha su energía en la labor que la entretiene, y a la que dedica varios días cada año. El matrimonio corona el sacrificio de tantos años  pasando y deseando una ¡feliz Navidad!

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