Una calificación inmerecida

Una calificación inmerecida

Ala República Dominicana hay que reconocerle el esfuerzo que hace por afianzar el respeto de los derechos humanos, en todos los órdenes. Que ha hecho cambios objetivos en su andamiaje jurídico para proteger prerrogativas individuales y colectivas de quienes viven en su territorio. Y que ha hecho lo propio para poner en el justo contexto los requisitos que deben llenar los ciudadanos extranjeros para ingresar, permanecer y radicarse en suelo dominicano y bajo la protección de sus leyes.
En el caso particular de la inmigración, sobre todo la haitiana, que es masiva y generalmente indocumentada, el país ha tenido que establecer un plan de regularización que le permita tener control de este problema. Y resulta de gran ayuda la actitud del nuevo Gobierno de Haití, que se ha comprometido a documentar a sus súbditos para facilitar la formalización de su ingreso y permanencia en la República Dominicana.
Es injusto desde todo punto de vista que estos esfuerzos tangibles sean pasados por alto y que se acuse al Estado dominicano de fomentar apatridia y de practicar una discriminación racial sustentada por organizaciones que suelen asumir posturas radicales para defender al inmigrante haitiano que busca aquí el remedio para sus carencias. Merecemos comprensión y valoración objetiva.

Internet:  arma de doble filo

Así como es benigna su capacidad de socializar el acceso al conocimiento y la información útil, la Internet tiene contrapartidas preocupantes que las aportan quienes la usan para propagar falsedad y crear medios que pueden resultar nocivos para la sociedad y en particular para la gente cobijada todavía en la inocencia de la corta edad. Las redes sociales libran una lucha tenaz por disminuir o eliminar las posibilidades de que a través de ellas se cuele la falsedad y la instigación a actos peligrosos en muchos sentidos.
Mientras la ciencia encuentra medios efectivos para bloquear o neutralizar la data de contenido malicioso antes de que llegue a los usuarios, las autoridades y los padres de familia deben mantenerse vigilantes para preservar la integridad de sus miembros, sobre todo los más vulnerables.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas