Según nos relata el Ingeniero Arquitecto Manuel Otilio Pérez Pérez en su libro que nos obsequia “El legado imperecedero de Tomás Bobadilla. Creador y organizador del Estado dominicano” y su obra anterior, “La impronta Indeleble de Tomas Bobadilla”, nacido en Neiba (1785- 1871) siendo una ilustre figura, fundador de la patria, primer presidente del gobierno dominicano y de la Junta Central Gubernativa. “Un antiesclavista consumado desde antes de la fundación de la república.”
Agradecido de ese gesto gentil, me dispongo a darle una primera y rápida lectura al prólogo de la obra que relata Julio Ramírez, quien resalta que ese libro “ha logrado despertar el espíritu de los procesos de prueba y error cuyos aciertos han de pasar por todas las pruebas y programas de investigación científica como método probatorio de gasometría o falsabilidad comparada”, finalizando su atinada apreciación con estas efusivas palabras nos dice: “Gracias a Dios, no estamos frente a la obra de un autor que practica cultos ni pasiones religiosas en torno a dirigente político alguno. Sin embargo, sí estamos frente a un atrevido investigador crítico y contundente en la aplicación de método científico y profuso en la exposición de luces habitualmente inadvertidas tras los efectos de la difusión entre resquicios que parecían esconderlas.”
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Siendo imposible reseñar en este corto espacio las cuantiosas actividades y magnas proezas de Tomas Bobadilla que exalta en su libro Manuel Otilio Pérez me limito pues a considerar su presencia cuando toca las puertas del presidente de la república Pedro Santana, lo que provoca y motiva cuestionar ese extraño comportamiento cívico y personal y procura lo nunca debió solicitar, ser un alto funcionario del gobierno del entonces presidente de la República, General Pedro Santana, siendo este un dictador cruel y detestable causante de múltiples crímenes y persecuciones durante sus tres mandatos presidencial (1841-1848, 1853-1856, 1858- 1861) llegando al extremo de arrestar a los tres Padres de la Patria (Duarte, Sánchez y Mella) y castigar con el destierro de su amada tierra a Juan Pablo Duarte, el libertador y llegar al colmo condenando y ordenando el fusilamiento de nuestra valiente heroína, María Trinidad Sánchez, considerada madre de la patria.
Lo que mayormente no llego ni llegaré a comprender es como una mente tan lúcida, brillante, de un personaje culto, inteligente, respetable, patriótico como en vida fue Tomás Bobadilla Briones, gestione y consiga un cargo público para servirle nada más y nada menos que al impúdico gobierno, detestable y despótico, del General Pedro Santana, presidente de la república.
Esa errónea y desdichada decisión asumida por Don Tomás Bobadilla Briones, es de difícil comprensión. Integrarse a la hueste de Pedro Santana, reconocido más que todo por su mal ganado repudio nacional ¿Acredita acaso dicho rango un mayor prestigio o, en buena lid, lo desvirtúa? No se. ¡Sea usted el jurado!