Una calle de Santo Domingo Este, donde vivió, debe llevar su nombre
La memoria histórica de los pueblos debe ser constantemente ejercitada para mantener la vigilia sobre las amenazas del olvido, las desconsideraciones y las profanaciones.
Con sobrada razón Federico Henríquez y Carvajal expresó en la tarde lluviosa del 12 de agosto de 1903 durante el sepelio de Eugenio María de Hostos: “Oh, América infeliz, que solo te acuerdas de tus grandes hijos cuando son tus grandes muertos”.
Se trata esta vez de proponer al Congreso la designación de la actual calle Privada, ubicada en la intersección de la avenida Coronel Fernández Domínguez (Autopista San Isidro), en Santo Domingo Este, con el nombre del insigne maestro Ramón Oviedo. En virtud de que el maestro Oviedo residió por espacio de 40 años en este municipio. Tenía su taller en el Ensanche Alma Rosa.
La espaciosa biografía de la egregia figura de las artes visuales obliga a que solo se mencione una parte.
A Oviedo se le considera el muralista más prolífico de la República Dominicana. Sus murales galardonan las sedes de la OEA y la Galería de Arte Contemporáneo en Washington; la UNESCO en París; el salón de conferencias del Banco Central; el BHD; el Museo de Historia Natural; la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD); el Congreso Nacional; la Dirección General de Aduanas; la embajada de Venezuela; la Suprema Corte de Justicia y Funglode.
De su obra pictórica opinaron favorablemente los renombrados críticos de arte José Gómez Sicre (1975): “Oviedo es un hombre universal”; Danilo de los Santos: “Oviedo es un pintor social”; Jeannette Miller (1980): “La obra de Oviedo unifica a través de los símbolos al hombre universal”; Marianne de Tolentino (1984): “Oviedo ha sido y sigue siendo uno de los auténticos representantes del expresionismo dominicano…”; Efraín Castillo (1988): “Uno de los grandes momentos de la plástica latinoamericana aconteció con el arribo de Ramón Oviedo a la abstracción”; Oswaldo Guayasamín (1977): “Una explosión de colores y formas inéditas, de sonidos, tambores y selva…son las pinturas de Ramón Oviedo”.
Estas pinceladas, son más que suficientes para reconocer y justificar la iniciativa de que una calle lleve su nombre y que ojalá no venga el brillante diputado a cambiarlo, tal como cometió el sacrilegio con el proyecto de ley que plantea quitarle el nombre al emblemático parque Eugenio María de Hostos por Jack Veneno. Nadie se alarme si al liceo Salome Ureña le ponen