Ante tantos descuidos y desatinos de tantas calles de esta ciudad sin nombre alguno; otras con apenas un número que la identifica, no pocas con nombres desconocidos, que nada nos dicen; y las más penosas que eternizan personajes de ingrata recordación que sería preferible, mil veces echarlos al olvido como un acto de perdón. De ese perdón que predica y practica indulgente el papa Francisco y, entre nosotros, su émulo Freddy Ginebra en búsqueda de la felicidad del ser humano.
Ante el incremento de la delincuencia y de asaltos callejeros que se han apoderado de la tranquilidad de los barrios, carreteras y caminos y la carencia de valores auténticos que sirvan de ejemplo a los demás uno se pregunta: ¿por qué esas calles no se ilustran con nombres de hombres y mujeres notables? ¿Por qué no existe un espacio libre, un área deportiva, una simple calle en la ciudad capital que se honre con el nombre de Hamlet Hermann?
Hamlet Alberto Hermann Pérez, hijo de don Dardo Hermann Consonni, nacido en Argentina, de padres inmigrantes, y de Ofelia Pérez Peña, dominicana, nació un día 5 de octubre de 1934 y falleció el 19 de enero de 2016, lleno de vigor, de sueños, de ilusiones “con las riendas tensas” frente al mar de sus amores, en paz con su conciencia.
“Su felicidad no consistió en acariciar o ambicionar posiciones y riquezas”, esas que tuercen el destino del hombre justo. Lo que hizo y se propuso hacer fue amar la vida con pasión y disfrutarla poniendo, por encima de todo, su devoción por la patria, su firme determinación de defenderla y hacer suya la causa de su pueblo al extremo de exponer su vida junto al coronel Caamaño y demás valientes compañeros en la expedición de Playa Caracoles contra el régimen corrupto, despótico y criminal del Dr. Balaguer que reverdecía la aciaga dictadura de Trujillo.
Tal como fue y se le recuerda vivió “una vida intensa, vigorosa, fructífera, magnífica, sin temores, ni remordimientos, siempre dispuesto a someter los hechos vividos al juicio de la historia con sus aciertos y sus errores mediante el análisis y el estudio en búsqueda de la verdad científica.
Su extensa y rica biografía alcanza una vida académica, universitaria, como profesor y director de los departamentos de Educación Física y Deportes, y del Registro Universitario, así como de la AMET en el primer período de Gobierno de su amigo, Dr. Leonel Fernández, renunciando del cargo y del partido PLD, opuesto al llamado Frente Patriótico que degradaba la figura del Prof. Juan Bosch, y reivindicaba políticamente al Dr. Balaguer.
Su vida en el exilio nos habla de su probidad, su entereza, su condición de revolucionario de una moral y un comportamiento ético que le enaltece como ciudadano, patriota, ejemplar padre de familia, profesional y deportista, notable, intelectual, amante de los libros, de la música, del arte, escritor articulista y revolucionario que nunca claudicó sus ideales de justicia y redención del oprimido, digno de ser recordado y enaltecido, al menos con una calle que honre con su nombre.