Una cámara de pésima imagen

Una cámara de pésima imagen

La composición de nuestra Cámara de Cuentas es un arcoiris político determinado por las alianzas. Este dato, por sí solo, refleja una de las causas que erosionan la credibilidad de un organismo que tiene la función de fiscalizar el manejo de los dineros públicos.

A pesar de que se han hecho transformaciones en  su estructura jurídica, no cuenta con todos los medios necesarios para escudriñar hasta donde se esconden los posibles actos de corrupción en la administración pública. Su invalidez concuerda perfectamente con la dejadez que ha caracterizado a  los distintos gobiernos cuando se trata de perseguir actos indecorosos en los que se compromete el patrimonio público.

Las auditorías de este organismo suelen ser secretos muy bien guardados, a menos que alguna motivación de corte político justifique airear resultados incriminatorios. Su vigilancia sobre la ejecución del Presupuesto de Ingresos y Ley de Gastos Públicos es imperceptible y no se recuerda que dicho organismo haya manifestado alguna disidencia o disconformidad cuando  el monto del gasto público o el endeudamiento interno desbordan el marco de lo razonable y prudente. Generalmente, el trabajo de nuestra Cámara de Cuentas queda descalificado por falta de calidad técnica. Aunque se han hecho mejoras en su estructura jurídica, la Cámara de Cuentas sigue teniendo pésima imagen.



Infraestructura vial abandonada

Hay partes importantes de la infraestructura vial que están abandonadas, sin que haya justificación para ello. Puentes y túneles de mucha circulación lucen deteriorados y con señales de que no se les somete a   mantenimiento adecuado. Ese es el caso de los puentes Juan Bosch, Duarte y Juan Carlos y de los túneles de las avenidas Las Américas, 27 de Febrero y Núñez de Cáceres. El puente Bosch tiene barandas deterioradas y un precario alumbrado.

El Duarte también tiene problemas de iluminación y en algunos tramos se acumula mucha agua cuando llueve. El puente Juan Carlos está a oscuras, como también lo está el tramo de Las Américas desde ahí hasta la entrada del túnel. En los túneles faltan las rejillas metálicas que cubren los desagües, lo que constituye un peligro para los automovilistas. Abunda la suciedad producida por los carbones expulsados por los vehículos. Lo peor es que cuando un medio lo publica, las autoridades mandan uno o dos  obreros a simular que se trabaja.

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