Una candidatura que no convence

Una candidatura que no convence

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
A pesar de sostener una briosa y costosa campaña de promoción, la candidatura presidencial del PRD no termina de convencer a los posibles sufragantes del próximo 16 de mayo, para que la apoyen en sus aspiraciones presidenciales, ya que todavía hay muchos cuadros del partido blanco que se mantienen al margen o dan declaraciones que perjudican sus posibilidades.

La candidatura del PRD, y su plana mayor, han recurrido a la visión de lo que debe ser una campaña de atracción y buena imagen, basado en una agresiva acción de señalar los altos sueldos de la actual administración y los actos corruptos, pretendiendo ocultar lo que ellos hicieron desde el gobierno, con lo que mantienen una actitud de revanchismo que no le cuadra a un partido que trata por todos los medios de quitarse de encima la etiqueta de lo malo que han sido cada vez que han estado en el poder. Ahí un malogrado presidente perredeísta  recurrió al suicidio, al conocer de cómo sus compañeros planeaban desacreditarlo a él y su familia, tan pronto dejara el poder.

La lucha del candidato perredeísta ha sido ardua, y con todo el dinero invertido para obtener la candidatura presidencial, como lo costoso que le resultan sus promociones y algunos de sus asesores mediáticos de más renombre local, sus empeños chocan cerca de un pasado reciente donde en los próximos meses, y a medida que aumente el calor de la campaña, se recurrirá a todo tipo de expedientes que los políticos locales, con tal de lograr sus objetivos de desacreditar al adversario, van a utilizar armas de todos los calibres para poder mantener su estrella de las simpatías en el firmamento popular del pueblo.

En el PRD hay muchos egos muy heridos, lastimados de ver cómo sus creencias de que tenían un gran liderazgo se derrumbó cuando un hombre sin mucho peso en la organización tan solo hace unos diez años, se elevó por encima de los demás dirigentes gracias a un fuerte soporte económico, que no se detuvo en cargos de conciencia para proyectarse por encima de los que por décadas se creían tener al buey blanco en sus manos. Ellos se consideraban los mejores para gobernar a los dominicanos basados en un populismo, tanto de turbas como de trapisondas, tan normales en las relaciones internas del partido blanco.

Hay en la candidatura del PRD una niebla difusa de temor y aprensiones, de que pese a que el candidato se ha atraído a importantes personalidades profesionales del país, no puede sacudirse de quienes desde el partido todavía pretenden no dedicarse a su campaña, aún con la sensación de que al considerar que el PLD se ha debilitado en el ejercicio del poder, y su candidato ya no es tan carismático como se creía, han visto la posibilidad de resurgir del lodo de su descrédito para otra vez engatusar al país, como lo han hecho en sus diferentes gobiernos.

Así mismo, el dinero que se está invirtiendo en la campaña blanca no pasa desapercibido por las grandes mayorías, que según los decires, cuando la maquinaria electoral del candidato blanco se acerca a algún cuadro, lo primero que se pretende es ponerle valor a esa adhesión, y ahí mismo concluyen muchos intentos de atracción. Tal consideración influye en la decisión final del electorado, que todavía mantiene un alto grado de simpatía por el actual Presidente, y ven con agrado su reelección, considerando que es lo menos malo que nos puede ocurrir frente a la arrolladora campaña del PRD, que con sus agresiones verbales considera que ya tiene ganado el apoyo de las mayorías, cuando tal cosa es un craso error de apreciación y desconocimiento de lo que es la sicología natural del dominicano, que odia todo lo que irradia violencia desde el poder.

Los políticos no asimilan lo que ha sido la historia política de los últimos 45 años, cuando los que se han elevado al solio presidencial han basado su fuerte apoyo a ofrecer una imagen de conciliación y concordia, de manera que se apoyen las revoluciones sin sangre y ocurran sin esgrimir el hacha de la violencia en contra de todos, sin pretender que tantos actos de corrupción pasen sin castigo por la justicia y todavía el país anhela que los responsables vayan alguna vez a pararse al frente del Cristo de los estrados.

El fenómeno de la aceptación del candidato blanco con un partido de historia tan negativa en el ejercicio del poder, y en la administración de los recursos públicos, se encuadra en un efecto que va en relación directa de la labor de los hacedores de imagen, ocultando pasados recientes, pero tales esfuerzos chocan de frente a las pretensiones de los dirigentes de los tradicionales y desfasados dirigentes del PRD para influir en su candidato y recuperar su cuota de poder en caso de que el triunfo blanco resultara una realidad en mayo del 2008.

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