República Dominicana se encuentra ante un desafío contra el reloj para lograr un control sobre la des- bordante inmigración de la mano de obra haitiana manifiesta en distintas áreas del quehacer nacional. Los dominicanos que en estos días tienen oportunidad de vacacionar en zonas turísticas del Este, como Bávaro, regresan de allí abrumados por comprobar la masiva presencia de operarios de procedencia haitiana, desde el motoconcho hasta las más diversas ventas al aire libre, pasando por la construcción (ni se diga) y los servicios hoteleros. Es ostensible que se trata mayormente de personas que ingresan al país sin la documentación de ley. Paralelamente, en Santo Domingo es creciente la presencia de inmigrantes en los servicios domésticos y porterías de edificios.
El derecho a emigrar debe respetarse pero ningún país puede ser vituperado por colocar restricciones que eviten que el número de extranjeros que recibe sobrepase la capacidad de acogerlos causando una presión trastornadora sobre infraestructuras de servicios y el mercado laboral. El acceso de extranjeros debe ceñirse a las cuotas que fija la ley a su participación en la vida productiva. La facilidad que ofrece el Gobierno para que Haití documente a sus súbditos en el territorio nacional como paso previo para obtener visas, viene al caso. Pero el tiempo apremia y debe pasarse de la palabra a los hechos. El problema crece y pronto se haría más difícil resolverlo.
Los atrasos que aumentan costos
Pagarles a las compañías de generación eléctrica es ineludible. No hay forma de escapar a tales acreencias. Pero demorarse en hacerlo aumenta considerablemente el volumen de la carga. La CDEEE es penalizada con altos intereses por mora, al tiempo que los apagones financieros obligan al uso de plantas de emergencia cuya operación es más costosa para la economía que la del sistema. La obsolescencia del parque eléctrico y los contratos que protegen a los generadores son una desgracia para el país
Pero sus efectos serían menos perjudiciales si el Estado liquida cuentas por generación con regularidad en lo que desarrolla mejores fuentes de energía. Este Gobierno tiene un sentido de austeridad que con toda seguridad ha aumentado su capacidad de maniobras con los gastos . Además su solvencia ante organismos internacionales y el mercado financiero le permitirían hacer un esfuerzo para reducir el fiado energético.