Una carretera con primavera en diciembre

<p>Una carretera con primavera en diciembre</p>

POR  DOMINGO ABRÉU COLLADO 
En la carretera Duarte se hace primavera en diciembre. Nada extraño, porque en la República Dominicana las cosas no ocurren cuando tienen que ocurrir, sino cuando quieren ocurrir.

Se supone que debería ser por abril o mayo cuando el país debería vestirse floralmente, tanto en las carreteras como en las casas. Pero no, parecería que vamos a la zaga de las estaciones también, y cuando ya vamos a agarrar la primavera por los pétalos se mete un verano que nos pone a sudar, del cuello a la cintura con la gota gorda, y de la cintura para abajo a chorros que se meten entre el par de peñas, gotean por los sacos y zanjitas, corren por las piernas e inundan medias y zapatos que eso es un gusto. Con razón dice alguna gente que aquí tenemos como estaciones verano e infierno.

Pero nada, que sería exagerar. Porque miren ahora que sabrosura de tiempo que hace. Cosa que han aprovechado algunas flores que ahora se cultivan aquí para salir a las carreteras a exhibirse y, naturalmente, venderse.

En la carretera Duarte, luego de El Badén (de norte a sur), me encontré con algunos puestos de flores que hermosean esa parte de la carretera, antes solamente batatizados y semilladecajuilados a ambos lados.

Me detuve a preguntar curiosamente por la variedad exhibida. Andrés Díaz me dio la siguiente información sobre la oferta que presenta. Las flores rosadas se llaman “flor de cera”, las rojas tienen por nombre “ginger”, las amarillas las llaman “ave del paraíso”, que las hay tanto pequeñas como colgantes.

Las plantas que aparecen creciendo sobre trozos pardos son bromelias y orquídeas. Esos trozos pardos son raíces de helecho gigante que guardan muchos nutrientes donde pueden crecer otras plantas más pequeñas. Las raíces de helecho gigante también se venden en grandes pedazos, como los que aparecen reunidos como se hacía antes con los fusiles en el monte.

Me pareció atractivo el asunto de las flores en la carretera y en diciembre. Algo me dice que alegra el ambiente, que le da color, frescura y relajamiento, en estos tiempos de carestías, campañas prematuras y amenazas de ajustes fiscales.

No pregunté por los precios para que don Andrés Díaz no fuera a sacarme de mi ensoñación. Así que los precios pregúntenlos ustedes, y espero que sean buenos. La verdad es que necesitamos más color en estos tiempos en que añoramos aquellos diciembres de cuando las manzanas caras costaban diez centavos y la felicidad y la prosperidad eran posibles con solo desearlas.

El arroz secano es mejor

“Porque tiene más fuerza”, fue la respuesta a mi pregunta cuando les interrogué sobre la opinión que me daban acerca del arroz que estaban manipulando en plena carretera madre e hijo. Para ellos, el arroz secano es mejor, ero yo quería oír un porqué más amplio y con sabor a loma, donde no se forman pantanos arroceros, como en Juma y Fantino.

Otra respuesta que me ofrecieron fue la de que su producción –la de ellos como familia- no tenía el propósito de comerciarlo: “pa’ coménolo”, dijo él. Y yo me quedé un tanto asombrado de que una familia estuviera dispuesta a comer tanto arroz. Pero es que este cereal se hizo hace mucho la base principal de la dieta dominicana. ¿Quién se lo hubiera dicho a los chinos de hace 500 años?

En algunos países de Suramérica el arroz de secano constituye una alternativa válida de ser considerada en los sistemas de producción de sabanas bien drenadas. En sitios como Monagas, Venezuela, se han logrado rendimientos superiores a las 8 toneladas por hectárea, pudiendo convertirse el arroz de secano en un cultivo primario en un sistema de rotación, sembrado a inicios del ciclo de lluvias, y que puede competir con el arroz de riego, debido a su bajo costo de producción, pues el arroz de secano no demanda yerbicidas, fungicidas o de otros biocidas.

Pero además está el impacto social que pudiera tener entre las economías campesinas, dada la importancia del arroz en la dieta de nuestra población.

Pero ¿quién se atreve en este país a atentar contra el bienvivir de los importadores de arroz y de agroquímicos?

El Bar la Q-K

Alguna vez haré una especie de “retrospectiva” de este tipo de letreros, anuncios, publicidad y similares que aparecen por las carreteras. Porque dígame usted, ¿qué es eso de la “Q-K” sino es lo que sabemos?

Al autor que se deje de dualidades y segundas intenciones, porque la “Q-K” a que se refiere y propicia el bar no tiene nada que ver con la cotorra –Amazonia ventralis, como dicen los técnicos-, y mucho menos con el papagayo que le pintaron al bar para justificar el nombre de marras.

Recientemente la gente como que está, ya no solamente perdiendo la vergüenza, sino propugnando para que otros la pierdan también o por lo menos ponerla en riesgo. Porque solamente ir a un bar con un nombre como éste es poner en riesgo la vergüenza, mucho más si se trata de mujeres que con toda libertad pueden llegarse a disfrutar su cerveza, en compañía de su pareja. Pero como que resulta cuesta arriba que una mujer de un nivel decente se presente a un bar denominado “la Q-K”, con lo que este bar está destinado a la quiebra… a menos que se trate de un establecimiento ubicado en lo peor del paraje.

Ahora no nos cabe duda de que alguna oficina gubernamental debe ocuparse de este tipo de cosas. O los ayuntamientos deberían intervenir. Es decir, los nombres de los establecimientos deberían ser sometidos a los ayuntamientos para su aprobación. Si no es así vamos camino a situaciones sucias de verdad.

Ah, me olvidaba, este bar está en “Los Quemados”, de Bonao, iniciando la subida hacia Loma de Blanco.

Una de tantas

La construcción de una cancha deportiva era (y creo que sigue siendo) una de las demandas más socorridas de los clubes culturales, asociaciones deportivas, juntas de vecinos, grupos de presión, sindicatos y cantidad más de organizaciones donde no hay espacios para la práctica deportiva.

En ocasiones, la lucha por la construcción de una cancha deportiva ha llevado a grupos de jóvenes a manifestarse en las calles, sufrir represión policial, encarcelamiento y hasta algún muerto.

Y esta cancha que ustedes ven ahí es probable que haya sido resultado de esforzadas jornadas de luchas, movilizaciones y demandas.

Ahora, ¿qué pasa luego de que se construye e inaugura la cancha? Pues se usa, y se usa, y se usa, y se usa, y se usa hasta que se rompe el primer canasto o se destruye la red de volley-ball. Luego se sigue utilizando con un solo canasto y con una cuerda remedando la red de volley-ball… y luego ya. Se rompe el otro canasto y listo, terminó la vida útil de la cancha.

¿Y porqué ocurre esto? Porque los jóvenes y adultos que tanto jodieron por la cancha, luego que la tienen no se preocupan por su conservación y mantenimiento. Se rompen las mallitas de los canastos de basket-ball y no los reponen; desaparece la pintura de los pisos y no se repintan; se rompe el primer canasto y no lo reponen; se destruye la malla de volley-ball y no buscan otra: se rompe el segundo canasto y abur cancha.

¿Y quieren saber porqué ocurre esto? Porque como no les costó nada no tenían porqué cuidarla; porque los dominicanos solamente aspiran a que le regalen; porque son incapaces de coordinar esfuerzos para mantener una cancha viva. Y si eso es con una cancha, ¿qué puede esperarse de un paraje, una sección o una ciudad?

Para los dominicanos son los gobiernos y los ayuntamientos quienes deben limpiarlo todo, pintarlo todo, construirlo todo y hacerlo todo. Y todo para ser destruido luego durante el uso más abusivo e indolente. ¿Cuántas canchas hay en estas condiciones?

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