Una cierta apertura

Una cierta apertura

En el curso de estos días, la opinión pública ha tenido unos cuantos motivos para sentirse aliviada. No todo ha sido sombrío, como cabría muy bien suponer a partir del informe sobre Desarrollo Humano 2005 recién divulgado por el programa de las Naciones Unidas de las siglas PNUD, una confiable radiografía de la realidad dominicana con índices que deben movernos a hondas reflexiones con propósitos de enmienda.

Con el telón de fondo de cifras que indican que la economía ha tenido un impresionante crecimiento en diez años, pero sin equidad social, y que, entre otros aspectos, los desempeños de los servicios de salud y educación públicas no llenan los cometidos para garantizar un mejor futuro a esta nación, desde el gobierno se tomaron medidas alentadoras; reconciliadoras, si se quiere.

Como si de buenas a primeras se prefiriera enfatizar en un ejercicio de autoridad y de fijación de prioridades que toman en cuenta la multilateralidad de pareceres e intereses. En la óptica y temperamento de no ignorar infructíferamente a los gobernados, como a veces ocurre.

De entrada, se abrió una puerta de concertación hacia el Colegio Médico Dominicano, aguerrido sector profesional con el que rápidamente se ha establecido un diálogo promisorio a partir de objetivos concretos.

Con no menos acierto, la secretaria de Educación, Alejandrina Germán, pacificó al magisterio sentándose a conversar cordialmente con los dirigentes de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) activando un vínculo con intención de desagravio y rectificación, de cara a reclamos muy sentidos de los docentes.

El gobierno que en este país se ocupe de generar un clima de confianza y de discusión constructiva con médicos y maestros, da pasos certeros hacia la creación de fórmulas institucionales que puedan servir para evitarle a la nación el enorme desperdicio de energía, recursos y tiempo que representan las huelgas en los hospitales y las escuelas.

Aun cuando se pudiera decir que ciertos gremios suelen desmedirse en sus luchas, todo reclamo de más recursos para la salud y la educación ha tenido rutinariamente razón y fundamento.

-II-

De otro lado, las todavía flamantes autoridades del cuatrienio en marcha parecieron excesivamente aferradas al sueño de un Metro que sectores de opinión vieron siempre con malos ojos.

Con muy buen sentido de la realidad, el Presidente Leonel Fernández acaba de engavetar el proyecto y va a dar oportunidad a la unificación de criterios para enfrentar el problema del transporte de Santo Domingo con alguna otra alternativa.

Adicionalmente, de manera encomiable, el gobierno pasó de decretar torpemente y con visos de inconstitucionalidad un reglamento de espectáculos públicos, a condenarlo y derogarlo en coincidencia con el buen juicio de muchos ciudadanos.

En medio de este clima de flexibilidades inteligentes y buena voluntad viene al caso pedirle al gobierno que acepte revisarse acerca de algunos otros reclamos perentorios de la nación: en lo que pueda él hacer, debe contribuir a una agilización de procedimientos en la lucha contra la corrupción, tanto en lo preventivo como en lo punitivo.

Es necesario además que el gobierno demuestre con hechos (como reclaman amplios y autorizados sectores) que la inversión en educación es verdaderamente prioritaria. La ley, que señala con precisión el porcentaje de recursos oficiales que debe destinarse a las escuelas, debe respetarse. Debemos dejar de ser uno de los países que menos presupuesto dedica a romper las cadenas de la ignorancia.

Y de otro lado, roguemos que se llegue a un rápido consenso, facilitado por el poder, para la implementación de reformas fiscales y de otra índole para que este país pueda acogerse a los esquemas de libre comercio sin que sus sectores productivos estén en desventaja con respecto a los de otras latitudes.

Se fortalecería aún más el clima de confianza en el futuro si en lo inmediato el gobierno trabaja activamente en la modernización la economía y en las transformaciones que, propiciadas desde el Estado, tiendan a disminuir la desigualdad social.

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