Una cigüeña llamada esperanza

Una cigüeña llamada esperanza

Hace ocho meses (¡podríamos decir que casi un parto!), un grupo de jóvenes nacionales e internacionales reflexionábamos sobre el estado actual de la juventud de las Américas, en la pasada reunión “La Voz de los Jóvenes de las Américas”.

En esos días de finales de julio del 2003 discutíamos sobre las particulares, y a la vez generales realidades de nuestros países, con diferentes matices y colores, pero con el mismo fondo, y esta dio a luz una declaratoria firmada por jóvenes de 35 países que llegó por encargo en una cigüeña de utopías, llamada, si mi memoria no me falla, “Esperanza”.

Describir con imágenes o palabras todo el sentir de la población actual de adolescentes y jóvenes que sobrepasa los mil millones, y uno de cada 3 vive en situación de pobreza, no es un objetivo simple para plasmarlo en un discurso, declaratoria o proclama, ya que los contrastes y desigualdades sociales profundas permanecen y crecen en nuestra América.

El cambio social va más deprisa, y esto es un síntoma de las nuevas oportunidades creadas por la sociedad misma, ya que una sociedad que no le da esperanzas a su juventud, es una sociedad que no tiene esperanzas en si misma.

[b]¿Por qué invertir en la juventud?[/b]

Tomen lápiz y papel para los que calculan manualmente, contamos con un capital de más de mil millones de jóvenes, muchos en edad de incorporarse al trabajo y a la vida reproductiva. ¡Apostemos a esta inversión!

El 50 por ciento de esos jóvenes estará a los 15 años fuera de la escuela y el 20 por ciento de los niños que nacen son hijos de madres adolescentes; casi la mitad de América Latina y el Caribe están en la pobreza, y 10 años de escolaridad puede tener un papel importante en la reducción de la pobreza, pero el promedio es inferior, y se estima que la mayoría de las personas viviendo con el VIH se contagiaron en el período juvenil.

Cada indicador de salud tiene nombre, apellido, rostro, y no siempre se pueden percibir desde los grandes diagnósticos presentados en páginas satinado 80 o Bond 20 por diversos sectores: Organizaciones Gubernamentales, No Gubernamentales, Agencias Internacionales de Cooperación, porque están afuera, más allá de la frontera donde se siente el sol: Capotillo, La Ciénaga y en Kingston, La Paz, Chiapas, Bogotá, Tegucigalpa, y en otras ciudades de América y de nuestra casa llamada Quisqueya.

Hay que invertir en la salud, en prevenir los embarazos no deseados, los matrimonios demasiado tempranos, las relaciones sexuales bajo presión y las ITS/VIH/SIDA; pero, las jóvenes y los jóvenes necesitan una gama completa de servicios integrales de salud, sin embargo, muchos gobiernos tienden a ignorar el tema.

Los derechos de los adolescentes a las salud sexual y reproductiva fueron reconocidos, primero internacionalmente en la Convención de derechos del niño en el 1989, y los gobiernos de todo el mundo han comenzado a promover estos derechos por medio de instrumentos internacionales, como la “Conferencia internacional de población y desarrollo”. (CAIRO 1995) y la “Convención sobre la eliminación de todo tipo de violencia contra la mujer” ( BEIJING 1994).

La casi totalidad de los países han ratificado la mayor parte de esas convenciones y han participado activamente tanto en la formulación de las declaraciones realizadas en el foro de la asamblea de la ONU, como en los programas de acción resultantes de las principales conferencias mundiales.

La difusión de esos derechos, que son derechos humanos, requiere de un trabajo mejor articulado en los marcos jurídicos, políticas de gobierno y movimientos sociales, ya que aún hace falta más voluntad, principalmente de los jóvenes que duermen profundamente sin memoria.

Rosa Margarita Aybar es coordinadora general del Organismo Panamericano de Juventud

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