Una coexistencia irracional

Una coexistencia irracional

Un motivo de orgullo para el país es que hemos sido capaces de endeudarnos a 30 años con la colocación en el exterior de una emisión de bonos por US$1,250 millones nada menos que para cubrir el déficit fiscal. Es innegable que poder colocar una emisión de bonos en esas condiciones de relativa blandura para un país con la clasificación de riesgo que tiene el nuestro, es muestra de la innegable confianza que inspira la nación en el sistema financiero internacional.

Pero la irracionalidad está en el hecho de que mientras nos vemos forzados a asumir esa deuda, el Ministerio de Educación se gasta poco más de RD$18.5 millones en la construcción de su pabellón en la Feria Internacional del Libro, un evento de apenas 11 días de duración. Está también la erogación de más de RD$13 millones hecha en Semana Santa por la Cámara de Diputados para que 185 legisladores adquirieran materiales de prevención, piscinas, mesas de dominó, habichuelas con dulce y cosas por el estilo.

No hay manera de justificar que al tiempo que el Gobierno tiene que endeudarse para cubrir el déficit fiscal del país, haya dependencias oficiales que incurran en un derroche desconsiderado de dinero del erario. Evidentemente que se trata de un caso de coexistencia irracional de situaciones incompatibles.

Del recetario de la OCDE

Aunque el proceso de reforma del Estado ha logrado cambios positivos, en materia de gestión pública todavía subyacen duplicidades y bifurcaciones innecesarias y costosas, en perjuicio de las finanzas públicas y de la calidad de los servicios que debe recibir el ciudadano. La raíz del problema está en la vocación de los partidos políticos por crear y mantener burocracia, de manera que del erario se paguen los favores y compromisos políticos.

El estudio “Gestión de recursos humanos para la innovación en el gobierno”, hecho por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y presentado recientemente, pone sobre el tapete los costos e inconveniencias de la situación y la necesidad de corregirla para poder usar de manera más eficiente los recursos económicos y humanos. La corrección debe comenzar con el destierro definitivo del clientelismo político.

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