Los dominicanos nos destacamos en el universo de naciones en vías de desarrollo como un conglomerado humano bastante solidario, pero improvisador e indisciplinado y con bríos para hacer las cosas del momento sin una verdadera planificación.
Así hemos vivido por siglos y en los tiempos más duros de las dictaduras en especial la de Trujillo, donde tan solo cuando nos vemos trabajando bajo directrices de una empresa extranjera es que nos amoldamos a sus normas y especificaciones y así nos convertimos en verdaderos y eficientes asalariados o directivos siendo alabados por ejecutivos de países mas desarrollados.
Pero en general nuestro accionar es de hacer las cosas como se nos ocurra e improvisar siendo las instrucciones una letra muerta que solo sirve para estorbar y perder tiempo leyendo ya que de inmediato cuando se cree haber entendido lo leído ya se está en condiciones de proceder a la instalación del artilugio que uno ve por primera vez.
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Sin embargo, con tantas falencias mentales, el país como un todo, se ha recuperado de esas fallas y poco a poco nos hemos ido desarrollando y superando obstáculos para destacarnos en muchas áreas de la actividad humana donde en otros países similares como los caribeños y centro americanos hemos logrado colocarnos por encima de ellos cuando en la década del 80 estaban mas avanzados que nosotros.
Los dominicanos nos gusta improvisar y esas ocurrencias salen bien para resolver la instalación de un equipo de manera que es frecuente obviar las instrucciones que vienen con cada uno de ellos.
Nos acercamos al 181 aniversario de la separación de nuestros vecinos occidentales que en su atraso ocupan cotidianamente pequeños espacios en donde haya mayor volumen de trabajo y que los criollos detestan ese tipo de labor en especial si se trata del otrora corte de la caña ya casi descartado o ahora personal de servicio en los hoteles en las áreas de atención al huésped. La mano de obra haitiana es imprescindible por su facilidad para poder hablar en más de dos idiomas. Los dominicanos no son muy aptos con los idiomas razón por la cual uno ve en esos resorts del este del país una intensa mano de obra del occidente de la isla.
Ya es normal observar cómo han proliferado esos improvisados asentamientos de ilegales que las autoridades locales no pueden controlar y aceptan en sumisión con los ejecutivos del turismo para cubrir una necesidad de mano de obra semi especializada que los dominicanos no han podido satisfacer.
La improvisación es algo que está en la naturaleza de los dominicanos y uno observa de como improvisamos para resolver los problemas cotidianos en las diversas áreas de trabajo que no pueden detener la creatividad del dominicano que desde el artesano mas simple hasta el técnico más sofisticado sabe muy bien cómo se resuelven las dificultades y los problemas del día a día que traen cada desafío para resolver instantáneamente cosas que no pueden esperar a consultar con otros ejecutivos o con la casa matriz en China o Japón.
De todas maneras, esa capacidad de improvisar es una virtud del dominicano que en su afán de trabajar no espera a que le llegue algún técnico superior o que le envíen las indicaciones desde ultramar para enfrentar una limitante que le ha paralizado el rendimiento.