¿Una Constitución que mutila?

¿Una Constitución que mutila?

Una hoja en blanco, un lápiz  y un ejercicio de sinceridad. Eso me gustaría que hicieran los congresistas, en la soledad de sus despachos, para ver qué tanto se parece la Constitución que están aprobando a la que ellos desearían tener.

Así, pensando en lo que cada artículo lleva detrás, quizás dejen de levantar la mano al compás de lo que sus partidos les señalan y comienzan a votar en honor a sus conciencias y a lo que desean los ciudadanos que un día les dieron la oportunidad de ser su voz en el Congreso Nacional.

Dejando a un lado el sinsabor de comprobar que para los partidos políticos y la mayoría de los congresistas la vida de las mujeres no vale nada y entienden que debemos entregarla sin más, ahora vemos que muchos tampoco respetan el hábitat en el que han crecido.

Aunque enviado a comisión, ya puede adivinarse que el artículo 56 será modificado para que las áreas protegidas puedan ser reducidas. Y es que, con proyectos ambiciosos que hablan de “desarrollo”, hay demasiados intereses envueltos en este tema.

¿Qué importa que destruyamos lugares como Bahía de las Aguilas o Los Haitises? Vale más que todas nuestras reservas naturales se llenen de turistas, llenando las arcas de los promotores y dándole empleo a algunos lugareños, porque al fin y al cabo nosotros no veremos cómo, dentro de unos años, los efectos del desarrollo turístico se traduzcan en el fin de cada una de las áreas más impresionantes que tiene la isla.

Complacer solicitudes, disfrazadas de soluciones a los problemas, siempre será una gran trampa. ¿Cuándo lo entenderemos por fin?

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