Una Constitución real, no
un simple pedazo de papel

Una Constitución real, no<BR>un simple pedazo de papel

LUIS GONZÁLEZ
El 28 de noviembre de 1966 se proclamó la Constitución número 35 de la República Dominicana.  Pocos días después, el presidente Joaquín Balaguer, en un discurso de apoyo al derecho a la reelección, se refirió a la Constitución como un simple pedazo de papel. Era de esperarse que no la respetara, y así fue. La violó, porque esa no era una Constitución real, en verdad era eso, un simple pedazo de papel.

Él se rigió de acuerdo a la verdadera Constitución, que no estaba escrita. ¿Por qué? Se preguntará usted. Para responderle, me remontaré a la Prusia de la segunda mitad del siglo XIX. Ferdinand Lasalle, en una conferencia pronunciada en abril de 1862 a ciudadanos berlineses, explicó lo que era una Constitución. Después de repetir definiciones clásicas, conocidas por todos, concentró su esfuerzo en explicar el concepto y la esencia de toda Constitución. Concluyó diciendo: “la verdadera Constitución de un país sólo reside en los factores reales y efectivos de poder que en ese país rigen, y las Constituciones escritas no tienen valor, ni son duraderas más que cuando dan expresión fiel a los factores de poder imperantes en la realidad social”.

El rey en la monarquía, la nobleza en la aristocracia, los caballeros e industriales en la sociedad burguesa, los banqueros, la conciencia colectiva, la cultura general, la pequeña burguesía y la clase obrera, son cada uno de ellos, un fragmento de Constitución. Hasta tanto no se expresen esos factores reales de poder en una Constitución escrita, ésta no dejará de ser un simple pedazo de papel. En las constituciones dominicanas, desde la de San Cristóbal, hasta la del 25 de julio de 2002, se ha carecido de esencia.

Han sido copias, retazos, imposiciones interesadas y coyunturales, nunca la suma de los factores reales de poder, de cada momento. Todos los Presidentes, unos más que otros, la han tratado como lo que ha sido: un simple pedazo de papel. La diferencia es que Balaguer fue franco y lo dijo. Qué contradicción, el más enigmático, el de la oratoria poética y   a veces hasta incomprensible, el que hablaba en forma de oráculo, esa vez fue claro y nadie le entendió. Por mucho tiempo, todo el que quería y todavía quiere denostar a Balaguer, recuerda esa famosa frase. Así como Santana gobernó sólo con el artículo 210, porque era lo que más se parecía a la Constitución real del país en ciernes, todos los demás Presidentes han hecho lo mismo. Es tiempo de que el país tenga una Constitución política real, no un simple pedazo de papel.

Es tiempo de que todos los sectores, que son un fragmento de Constitución: el gobierno, los partidos políticos, la sociedad civil organizada, los industriales, los banqueros, las iglesias, los medios de comunicación, los trabajadores, las universidades, los estudiantes, los campesinos, sumen sus fuerzas. El presidente Leonel Fernández demostró que existía voluntad política. Convocó a una Consulta Popular, para que esos factores reales de poder se expresaran. Todos los sectores importantes enviaron y discutieron sus propuestas. Una comisión de destacados juristas redactó un documento que está a la espera de que el Presidente lo envíe al Congreso. Parece que no lo va enviar. ¿Acaso el momento oportuno ya no existe? ¿Una vez más las luchas internas, los intereses personales y grupales se impusieron? ¿Habrá que esperar, quizás finales de 2008 o principios de 2009? La tragedia de la mayoría  de las vidas no es más que la historia repetida de oportunidades perdidas. Parece que perdimos una oportunidad más de darle al país una Constitución real. ¿Cuándo la volveremos a tener?

politicadigital@gmail.com

Publicaciones Relacionadas

Más leídas