Una contradicción no válida

Una contradicción no válida

Al parecer, el artículo del querido y admirado Salvador Dájer (HOY 24-VII-09), con el título de EL MITO DE LOS SALTOS ELÉCTRICOS, precipitó la publicación del decreto presidencial 530-09 y la convocatoria del organismo creado por él y destinado a la nada bajo el pomposo título de COMISIÓN INTERINSTITUCIONAL PARA LA ADECUACIÓN DE LOS RÍOS.

Si es así, el artículo logró un objetivo que no se proponía.

Pero algo ha logrado.

Aunque, se hace en principio inaceptable la dicotomía que en él se establece: Hidroeléctricas Vs. Termoeléctricas.

Ello rememora el Gravedad Vs. Bombeo que parió dos sistemas, uno por gravedad y otro por bombeo, con dos plantas vecinas de tratamiento para las aguas de Moca y de Santiago, en versión dominicana del muchachito que Salomón amenazó con partir en dos para darle un pedazo a cada una de las madres litigantes, allá por los años 90 de Matusalén.

Recuerda también los debates infantiles que nos dividieron entre seguidores de Ford Vs. los de GMC.

En principio, una nación está obligada a desarrollar todas sus opciones para lograr la eficiencia y el suministro de lo que demanda el bienestar de sus ciudadanos, y entre ellas está la energía, por lo que hacer comparaciones entre la óptima operación de un sistema de generación, en el caso, el termoeléctrico, y la pésima operación de los sistemas hidroeléctricos existentes, no es válido.

Cierto sí es que nunca debió emprenderse el desarrollo de sistemas hidroeléctricos sin previamente garantizar el comportamiento de las cuencas sobre todo aguas arriba de las presas a construir, y en particular en el aspecto forestal.

También es cierto que es una irresponsabilidad mayor haber construido tantos sistemas hidroeléctricos sólo para ordeñarlos, entendiendo que ni siquiera hay que recuperar los costos mismos de sus instalaciones, y mucho menos mantenerlos en todos los sentidos, partiendo de que “el agua es gratis”.

Si la presa de Río Blanco está llena de limos y de materiales inertes a los pocos años de su operación y ya es inútil, ello obedece a un mal manejo; sabemos que con una operación adecuada de su bosque, la vida útil de ella hubiera sido mayor en horas por día, y permanente si sus fosos se limpiaran con la periodicidad adecuada.

A la RD, con más de 30 sistemas hidroeléctricos de gran tamaño operando, tal vez la mayor instalación de este tipo por M2 de territorio en el mundo, y dotada su geografía de cuencas cortas, se le imponen dos obligaciones en el mantenimiento de esos sistemas que traspasan el LO QUE PUDO HABER SIDO Y NO FUE, y más allá también las comparaciones acomodadas de costos, en un lado de las cuales se acentúan las mañas conocidas y en el otro se ignoran las mismas artimañas que hacen escalar los costos sin piedad:

Una de esas obligaciones de hoy es la repoblación forestal, renovable, de las cuencas de los ríos regulados, por encima de cualquier otra urgencia de carácter propagandístico u ornamental.

Otra, la impostergable limpieza de los fosos sedimentados de todas las presas existentes, la clasificación de los materiales allí depositados y su empleo para la sustitución de las extracciones que se hacen hoy de ríos y minas a cielo abierto destinadas a la construcción o a la fabricación de cemento.

Eso es posible.

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