Hasta hace unos días pensaba no incursionar en más temas políticos, porque nuestro país está viviendo un largo proceso de sorpresas, que cada día que transcurre sufrimos un espanto con los señalamientos que nos hacen llegar los periódicos y los comentaristas de la TV y la Radio, además no es un secreto para nadie que la corrupción arropa todas las instituciones del Estado y hasta de muchas empresas privadas.

Las pruebas sobran. Las mentiras se exhiben con ostentación tanto como luce el brillo del dinero sucio y la especulación en los pequeños y grandes negocios, lo que le resulta incesante como si se tratara de la liberación de esa gestión, como prueba de todo esto es por lo que todos los ciudadanos parecen haberse embarcado en una apuesta por la asquerosa actividad del estupefaciente populismo que exhiben políticas y no principios.

Es que la corrupción ocupa todo el espacio vacío allí donde la democracia hace tiempo dejó de de existir.

Pero esta terrible y peligrosa situación es la causa de la crisis de valores que arropa a toda nuestra sociedad, magnificada por el falso concepto que se han tomado ciertos políticos que se creen poseer derechos, mejor dicho por no haber obtenido un verdadero Estado de Bienestar. Y como fatal consecuencia, la aceleración del miedo que se viene apoderando de nuestro pueblo.

Es como si estuviéramos viviendo la trágica dictadura de un nuevo Trujillo manejando la nación.

Y por eso solamente podemos oír la voz estridente de los que están en el poder. Por suerte no todos estamos alineados dentro de ese negro paisaje y levantamos nuestra protesta, que hasta los dominicanos que viven en el exterior sienten esa ola de espanto, la que llegará algún día hasta cuando el orden, la honestidad y la moral resurgirán como símbolo nacional ¡Ojalá esto suceda pronto!