Una crisis de credibilidad

Una crisis de credibilidad

El gobierno de Estados Unidos está realizando un cambalache que, evidentemente, no le conviene. Está trocando espionaje por credibilidad. Se equivoca cuando cree que acumulando datos para esconder sus fechorías guerreras va a ser más querido y más temido.

Puede que un sector vinculado a la industria bélica quiera más a los de la Casa Blanca, no así las grandes mayorías que habitan el universo. Deberían consultar el pensamiento de Confucio donde señala que la credibilidad es el principal instrumento para ganar la confianza del pueblo.

Cuando la confianza se pierde, continúa diciendo el pensador oriental, se pierde todo. No en balde el principal activo de cualquier empresa, más aún de un gobierno, es que crean en éste, lo cual garantiza que los acuerdos serán siempre cumplidos. Sin confianza no hay convivencia pacífica.

La política de espionaje total y global impuesto por el gobierno del presidente Obama no economiza mentiras ni falsas promesas. Las produce a granel y en operación continua, 24 horas al día los 7 días de la semana. Y lo que es peor, el autoritarismo gobernante ha desarrollado una ideología para tranquilizar su conciencia mientras violenta los intereses particulares de millones de ciudadanos. Esta doctrina ha sido articulada como si fuera un asunto de fe. Nosotros, los vigilados, estamos obligados a creer cuanto dicen, sin necesidad de que esté confirmado por la razón o por la experiencia. Es una forma de tiranía que establece la palabra de los poderosos como una virtud teologal, vale decir, como atributo de algún dios.

Hace falta tener una gran paciencia para soportar el cinismo del espionaje estadounidense cuando alega haber frustrado 50 intentos terroristas de gran magnitud desde el 11 de septiembre de 2001. Ninguna prueba presentan de los supuestos hechos frustrados. Con esas declaraciones se incriminan al admitir que, aun conociendo la potencialidad de una acción delictiva, ninguno de esos casos fue presentado ante los tribunales correspondientes.

Estamos obligados a creer en los planteamientos de quienes tienen como ideología el entrometerse en los asuntos de los ciudadanos del mundo mientras esconden todos sus planes para incitar, promover y realizar guerras en tierras extranjeras. Habría que preguntarles: ¿por qué espiar a todos los habitantes del territorio estadounidense si, alegadamente, el peligro terrorista proviene del exterior?

La ideología del espionaje total ha creado una maquinaria propagandística en el cine y en las series de televisión para que el mundo acepte a sus espías y matones como héroes a imitar. La arrogancia del poder estadounidense es tal que el presidente Barack Obama llega al colmo del descaro cuando, en una entrevista en el sistema radial público de Estados Unidos, puso como ejemplo que avalaba la calidad de ese espionaje los métodos que aparecen en las series de televisión y los filmes de Hollywood. Sin rubor alguno, la coartada ideológica, fabricada antes de cometer el crimen, ahora es usada por el Presidente estadounidense para justificar los delitos cometidos.

Como el caso del legendario pescador dominicano, Tomás Carite, el presidente Obama aparenta creer sus propias mentiras. Pero el saldo final es que el gobierno de Estados Unidos va perdiendo credibilidad, va desgastando la confianza de su pueblo y del resto del mundo, cada vez que trata de justificar lo injustificable.

Las consecuencias de tanta falta de confianza se ven reflejadas en algunas encuestas de opinión pública dadas a conocer recientemente. En un sondeo desarrollado por Gallup entre los días 1° y 4 de junio, basado en entrevistas telefónicas hechas a más de 1500 adultos a nivel nacional de Estados Unidos, se reveló que más del 77% de los estadounidenses no confía en los principales medios de comunicación. Sólo el 23% de los estadounidenses tiene confianza en los noticieros del país.

Los lectores de noticias han encontrado fuentes más confiables en las redes sociales y la Internet, cuya expansión ha sido global. Los estadounidenses de todos los grupos demográficos, incluidos conservadores, moderados y liberales, han experimentado en general una disminución de la confianza sobre los principales medios informativos que se ha agravado desde el año 2007.

Evidentemente, el cambalache de espionaje por credibilidad profundiza el descrédito de Obama y la estructura gobernante de Estados Unidos.

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