Los sectores que por intereses y beneficios económicos se empecinan en degradar el caudal de nuestros ríos, sin importarles que desaparezcan, como ya ha ocurrido con muchos de ellos en la geografía nacional, tienen que ser enfrentados con energía y las autoridades no deben ceder a sus presiones dirigidas a continuar con este crimen ecológico.
Como pueblo y nación estamos ante una impostergable y tardía misión de emprender, tanto desde la esfera oficial como privada, una cruzada nacional para salvar los ríos que aún existen y que corren el riesgo de desaparecer si se cede a las presiones de quienes se dedican a explotarlos mediante la extracción indiscriminada de materiales de sus cauces.
La suspensión de todas las actividades de extracción de agregados y aprovechamiento de árboles maderables mientras permanezca el intenso y prolongado período de sequía, dispuesta por el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, debería tener un alcance todavía mayor, pues es la única forma de proteger las cuencas acuíferas, detener la progresiva deforestación y evitar que ríos y arroyos se conviertan en meandros secos.
Aunque la disposición oficial tiene un carácter preventivo y temporal y no se vislumbra por el momento un cambio climático que traiga lluvias prolongadas y abundantes, debería llevar a la reflexión y estimular la conciencia nacional, aun de aquellos que por afán de lucro son incapaces de advertir que estamos atentando contra la vida misma, pues está estrecha e indisolublemente ligada al agua de los ríos y a la foresta que los protege y que facilita el ciclo de lluvias.
Esta medida heroica y necesaria tiene que ser vigilada y apoyada por la opinión pública y la ciudadanía consciente para evitar, como ha ocurrido en otras oportunidades, que sea violada impunemente o sólo cumplida parcialmente. Su continuidad y seguimiento es sin duda la única forma de preservar el medio ambiente y los recursos naturales del país, conjuntamente con iniciativas en contra de la contaminación que también daña nuestros ríos y limita un adecuado uso de sus menguadas aguas para fines de consumo humano.
En ese sentido es importante, para poner término de verdad a la depredación y que no se quede tan solo en una pantalla ocasional, que Medio Ambiente mantenga firme e invariable su disposición estratégica de reforzar la supervisión en carreteras y avenidas, con la finalidad de garantizar el cumplimiento cabal de la veda a las extracciones de agregados de los ríos en todo el territorio nacional.
Esta vigilancia, que debe comenzar de forma amplia desde la ribera de los ríos que son objeto de extracción, también debe extenderse a los peajes para detener a los camiones de gran capacidad que transportan materiales extraídos no de las orillas sino de los cauces, lo que se puede advertir fácilmente, ya que tras un trayecto de más de 30 kilómetros desde San Cristóbal, aun derraman agua al llegar al área metropolitana de Santo Domingo.
Las brigadas encargadas de esta jornada tienen que estar compuestas por personal preparado y sobre todo íntegro e insobornable para que pueda cumplir a cabalidad su obligación de proteger los ríos Yubazo, Yuna, Yaque del Norte, Nizao, Haina, Jatubey, Masipedro, Jima y Yuboa, entre otros.
Como la industria de la construcción tiene que continuar, dada su incidencia en la economía y en las necesidades de desarrollo de planes habitacionales y edificaciones escolares e industriales, se debe trabajar paralelamente en un programa de identificación de minas secas para extraer y procesar materiales, un medio que por costoso no ha tenido mayor expansión en el país.