Mientras los días pasan, las obligaciones, responsabilidades y prisas aumentan, y nos van volviendo la vida un caos, que nos impide disfrutar y apreciar los detalles y las pequeñas cosas que nos pasan, nos vamos convenciendo más y más que como humanos nosotros mismos tenemos la facilidad de complicarnos la vida, de hacerla día a día más difícil cuando podría ser tan sencilla, y eso ocasiona las dificultades con relación a otras personas. Hacemos de las cosas sencillas y pequeñas cosas inmensamente grandes.
Hay quien suele decir que cuanto más sencilla sea nuestra forma de existencia menos preocupaciones tendremos y menos errores cometeremos. Ahora bien, cada cual es libre de complicarse la vida tanto como desee, todos tenemos derecho a asumir riesgos, proyectar sueños y a tener un círculo social tan amplio y variado como queramos.
Obviamente hay muchas ocasiones donde la vida no es fácil, y es ahí cuando nosotros empezamos a aprender de nuestros errores y nuestra toma de decisiones, en cuanto a seguir adelante sin cometer el mismo error, o en quedarnos y embarrarnos de ese mismo error. Hay muchas veces, donde nos encontramos en situaciones difíciles en las cuales no podemos hacer nada y muchas veces decidimos darle la vuelta y dejarlo ahí, cuando en verdad debemos de aceptar las cosas como son, y no andarnos con rodeos.
Pero ante cualquiera de las circunstancias, lo más importante es enseñarles a nuestros hijos el valor de las cosas sencillas, cosas que están allí siempre, al alcance de las manos y de la vista, pero es que muchas veces nos dejamos dominar por las cosas diarias de la vida, y otras tantas veces depende de nuestro estado de ánimo. Creo que si ponemos atención a las cosas sencillas aprenderemos a apreciar lo que tenemos y no lamentarnos por lo que no podemos alcanzar, muchas veces nos sentimos tan abatidos, que se nos olvida que hay gente con mucho menos de lo que tenemos, y hasta los peores momentos se lo tornan diferentes con una sonrisa.
Para mí, lo principal y la clave de todo ello no está en llevar una vida sencilla, está en ser sencillos de pensamiento y saber qué es lo importante, qué es lo que de verdad hace feliz a nuestro corazón y nos identifica. A partir de ahí, todos nosotros somos libres de edificar como queramos nuestros micro universos particulares.
No todas las personas saben disfrutar de las cosas sencillas que les ofrece la vida. Tal vez porque son incapaces de verlas, otras porque no las aprecian y se inclinan más por el apego material, por la satisfacción inmediata, esa que no perdura… Y dejan de disfrutar la oportunidad irrepetible de ese momento único, de la alegría y la felicidad que ese ratico va a dejar marcado nuestras vidas eternamente.