Una década en Tinmarín

Una década en Tinmarín

Ser editora de la revista Tinmarín fue algo que inicié como una forma de entretenerme por unos meses y es increíble que ya cumplí diez años.
Ya tenía un lustro de haberme jubilado de la UASD, donde laboré por espacio de 24 años, cuando fui llamada para esa responsabilidad y la verdad es el trabajo que me gusta porque se trata de llevar entretenimiento, educación e informaciones a nuestros niños y niñas. Y sobre todo, que se sientan bien.
Tengo reportes de personas que me han manifestado que sus hijos han aprendido a leer a través de la revista y otros le han tomado amor a esa actividad. Asimismo, en muchos centros educativos la utilizan como material auxiliar para los alumnos, lo que me llena de satisfacción.
Naturalmente, a veces me agobia el hecho de estar sola y cuando termino de planificar una edición ya estoy trabajando en las otras, porque es un trabajo que se hace con mucha antelación y es una publicación que sale puntualmente todos los sábados, pero que se imprime antes, porque además, hay otras adicionales al periódico, como Areíto y En Sociedad.
Pero es una dinámica interesante buscar el material principal; involucrarse con las efemérides y preparar temas vinculados con ellas. Porque no puedo dejar pasar por alto festividades como las madres, los padres, las fechas patrias y los fechas conmemorativos que ha establecido la ONU, como los días de la mujer, la alfabetización, el ambiente, la paz, la tolerancia, el agua y otros, que sirven para recordarle a la gente menuda la realidad y su compromiso.
A veces invento la sopa de letras y crucigramas relacionados con el tema de portada, así como otros entretenimientos.
Tinmarín es ahora mismo lo que más ocupa mi tiempo; porque aunque produzco literatura para niños no siempre me siento en ánimo de hacerlo, lo mismo que los bordados que antes era mi actividad favorita. La revista hay que hacerla, sin excusas.
Algo que ha contribuido a que permanezca como editora es porque los ejecutivos del periódico tienen confianza en mi trabajo. Y, además, es una forma de demostrarme a mí misma que el entusiasmo por el trabajo permanece a 15 años de haberme jubilado de la UASD.

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