Una decisión acertada

Una decisión acertada

El Gobierno ha sido certero al aplicar el bisturí en esa fuente de inequidad y privilegio que era el subsidio al gasoil. Este privilegio otorgado a empresas de transporte disfrazadas de sindicatos no tenía razón de ser ni siquiera en 2011, cuando ese combustible costaba un promedio de RD$180 por galón. Se privilegiaba a entidades con fines de lucro, pero que no tributan al fisco por sus altas ganancias, frente a razones sociales regulares sometidas a fuerte presión fiscal. Se ha suprimido una fuente de rentabilidad irregular que distorsionó el mercado del hidrocarburo.
Ahora los transportistas, que no traspasaban a los usuarios parte del beneficio por el subsidio, hablan de aumentar pasajes en un país en que una proporción considerable del transporte de pasajeros ha dependido siempre del GLP, y no del gasoil. El Gobierno tiene razones contundentes para impedir más atropellos en perjuicio de la gente de a pie.
Además, el Gobierno debe comprometerse a suprimir todos aquellos subsidios que no garanticen para el Estado un retorno en términos de beneficio social. Solo debe sentirse comprometido a respetar aquellos que forman parte de compromisos contractuales relevantes para el desarrollo del país. La eliminación del subsidio del gasoil debe marcar el principio del fin de los privilegios con cargo al erario. Que así sea.

Solidarios afuera y adentro

La República Dominicana ha hecho bien con llevar gran ayuda hacia Haití en estos momentos de tragedia. Aparte del principio de solidaridad entre los pueblos, hay razones obvias que convierten el problema haitiano en dominicano. Y por cercanía, no nos luciría quedarnos rezagados en el gesto de ayudar al vecino país a aliviar calamidades.
Pero toda esta muestra de solidaridad humana hay que ejercerla sin olvidar la retaguardia. Aquí tenemos familias severamente damnificadas por las precipitaciones que arrojó Matthew. Gente de la vieja Barquita durmió a la intemperie sin que la ayuda llegara oportunamente. En Moca, la destrucción de 48 viviendas y los daños sufridos por otras plantea una emergencia social que hay que atender a la mayor brevedad. La solidaridad tiene que ser oportuna tanto hacia adentro como hacia afuera.

Publicaciones Relacionadas