Una democracia averiada

Una democracia averiada

No es que seamos pesimistas, pero ya no es posible seguir soñando, es tiempo de dudas, de ajustes económicos, de crisis y no sabemos cuantas cosas más. Estamos viviendo en un país de absurdos, de grandes declaraciones y sobretodo lleno de mentiras.

Un amigo me decía que la crisis no es solo económica, porque la grande es la moral; sin embargo algunas organizaciones y ciertos notables personajes, le piden a la policía que se  inmole y no persiga a los delincuentes, estos que ya arropan todo el país y hace que nos sintamos más que inseguros, acobardados. Ya  lo pensamos varias veces antes de salir a las calles, pero tampoco estamos seguros en  nuestros hogares, mientras los organismos del Estado brillan por su ausencia y cuando aparecen están nerviosos pensando cuándo les pagarán un tiro en la cabeza. Vivimos en estado permanente de asedio, sin que nos falte el sabor de la injusticia y la corrupción cotidiana.

Hasta la duda de que todo puede ser falso o verdadero y que todo esfuerzo personal es inútil, de manifestar nuestras ideas o principios son en vano; nos quitan fuerzas a los ciudadanos honestos y que nos hagan pensar que el estómago y nuestro  orgullo, parecen como inocentadas propias de la juventud  emergente.

Por todo eso pensamos que la policía en este país parece más a un poder mafioso, aunque menos cruel.

Solamente cuando ésta deja de ser identificada por los favores, los trueques de moral, podremos obtener otra alternativa fuerte y triunfadora.

Mientras no atajemos la corrupción y no consigamos garantizar unas elecciones diáfanas, considero que no debemos seguir endeudando el país. Debemos  priorizar la educación y la salud y fortalecer la justicia, si queremos un Estado libre y con responsabilidad y sin acuerdos de aposentos, sin compras de votos.

Pensemos en ciudadanos honestos y capaces al frente de nuestras instituciones y lograremos una democracia sana y sin averías.

La abstención que hubo en las pasadas elecciones, deberá servir de ejemplo a los partidos, si queremos salvar la democracia.

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