Una democracia estancada

Una democracia estancada

La República Dominicana, Nicaragua y Venezuela figuran como los países con peores niveles de desarrollo democrático en América Latina, mientras que Chile, Costa Rica y Uruguay presentan los mejores aspectos democráticos.

Esa percepción ha sido recogida por el estudio “Indice de desarrollo democrático de América Latina 2007”, de origen privado y divulgado recientemente en México. Fue patrocinado por la Fundación Konrad Adenauer, de Alemania.

Semejante valoración de nuestro nivel de desarrollo democrático no nos preocupara en absoluto, si no fuera porque hemos estado en contacto con los signos de atraso que se detectan en las organizaciones que deben ser soporte por excelencia de la democracia.

En términos de principios y prácticas democráticas, nuestros partidos políticos exhiben un pobre desempeño, a pesar de que estructuralmente algunos se han modernizado notablemente.

En los albores de nuestra lucha democrática los partidos exhibieron fortaleza y decisión y pocas veces pretendieron el tipo de consenso que significa sacrificio de principios para poder estar bien con todo el mundo.

No se puede afirmar que en el presente las cosas sean iguales y ni siquiera parecidas.

 Preocupa no poder contradecir  estos indicadores tan devaluados en materia de prácticas democráticas, porque en términos generales esta es la percepción que generan nuestros grupos de sostén de la democracia.

La práctica democrática debe siempre pretender el fortalecimiento de las instituciones, lo que se consigue solamente si la idoneidad es el timón de todos los actos.

Una democracia basada en  consensos que suplantan a los principios no puede desarrollarse y crecer sanamente, y eso es lo que nos señala este estudio hecho a intención de la Fundación Konrad Adenauer.

Es evidente que para fortalecer nuestra institucionalidad democrática debemos fortalecer y purificar el ejercicio de los partidos, de manera que sus actos sean  fruto del apego a los principios.

Atención especial
Para restablecer la normalidad plena en la enseñanza pública, hay que atender debidamente cada uno de los factores afectados por la tormenta Noel.

 Desalojar los planteles en los que estuvieron alojados damnificados y acondicionar la estructura escolar fueron pasos necesarios para esa vuelta a la normalidad.

Falta, aún, normalizar la situación de centenares de maestros que resultaron damnificados por las inundaciones, muchos de ellos hasta el grado de perder sus casas y ajuares.

En las sociedades suele dedicarse trato especial a determinadas categorías de ciudadanos, en función de la naturaleza de los servicios que rinden a las comunidades. Así, se procura que el médico pueda estacionar donde a otros se les prohíbe, o al policía conducir a contravía si las circunstancias lo ameritan, si es para servir a la comunidad.

En el caso de los maestros la necesidad de atención especial en las circunstancias actuales está asociada con la necesidad de normalizar la funcionalidad de todas las escuelas.

 Como parte de la asistencia general a los damnificados dispuesta por el Gobierno, la situación de los maestros en esa condición debe merecer atención especial.

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