Una democracia sin valores

Una democracia sin valores

Giovanni Sartori, profesor emérito de la Universidad de Florencia y de la Universidad de Columbia en Nueva York, considerado como uno de los mas connotado experto en los problemas actuales de los sistemas democráticos, escribió en su libro ¿Qué es la Democracia? que la crisis actual que se vive a nivel mundial no es solo crisis de idea sino también crisis de ideales. Sartori sostiene que «aunque se quiera sostener que los ideales derivan de ideas o se vinculan con las ideas, los ideales viven y mueren por causa propia. Y los tiempos de agotamiento, y sus contrarios, los de regeneración de los ideales, son tiempos largos. Los ideales son valores, son creencias de valor. Por lo tanto, una crisis de ideales es, en ultimo análisis, una crisis moral».

¿Como se expresa hoy en nuestro país esa crisis de ideales de que nos habla Sartori? Se expresa en el hecho de que el ejercicio de la política representa para los que gobiernan un simple acto de simulación e hipocresía; para el actual gobierno, hacer política se ha transformado en la práctica de un avasallante cinismo y en un instrumento de ambición y de actitudes prevaricadoras. De manera que cualquier alusión a principios éticos en este contexto resulta ilusoria, mero idealismo. Este es un escenario en donde la democracia es despojada de sus valores, imponiéndose el sálvese quien pueda y qué es lo que me toca a mi. Estamos frente a un proceso de descrédito de la política y del proceso democrático. Y esto es así porque el partido de gobierno, el Partido Revolucionario Dominicano, es una organización con una carencia absoluta de ideas y de ideales.

En medio de esta crisis de ideales lo que se entiende desde el litoral gubernamental es que la ética carece de trascendencia para la acción política y para los propósitos de los políticos. La política es vista como una actividad ajena a la moral, en la que los valores éticos no tienen aplicación y en la que lo único importante es el éxito. Todo es valido y el éxito se mide por la posesión del poder. Lo verdaderamente importante es solamente el poder. Es buscar el poder por el poder.

En este marco, tiene mucho sentido el señalamiento hecho recientemente en España por el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez quien advirtió, al pronunciar la ultima ponencia del Congreso Internacional de Teología Moral, que una democracia sin valores se convierte con facilidad en un totalitarismo visible o encubierto. Un cable internacional dio cuenta de que el prelado expresó en dicho evento que «entre los escombros que la modernidad nos ha dejado en herencia, las más contagiosas y peligrosas son indudablemente las del pensamiento débil en todas sus manifestaciones».

Frente a esta realidad conviene recordar a Gramsci, quien postuló la primacía de la política, entendiéndola como ética de lo colectivo. Gramsci entendía que no podía haber actividad política permanente que no se sostuviera en determinados principios éticos compartidos por los miembros individuales de la asociación correspondientes. Otro gran pensador, Bertrand Russell señalaba que hemos alcanzado un momento en la historia humana en que, por primera vez, la mera existencia continuada de la raza humana ha llegado a depender del grado en que los seres humanos puedan aprender a regirse por consideraciones éticas. Se trata de una cuestión de sobrevivencia y también de construir un entorno cultural que niegue la legitimidad a las conductas antiéticas y, eventualmente, las haga objeto de sanción social y política.

En medio de esta crisis de ideales, agravada por los acuciantes problemas económicos, la acción del Partido de la Liberación Dominicana debe estar orientada a convertir la política en acción ética y democrática, que tienda a la búsqueda del bien colectivo. Es construir un sistema democrático que se sustente en los valores democráticos. El PLD tiene que honrar su compromiso histórico de concebir la actividad política como forma de servicio público y no como simple instrumento para lograr influencia o ventajas personales. Es hacer honor a las enseñanzas de Juan Bosch.

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