Una diversidad inesperada en
la exposición de arte naïf

Una diversidad inesperada en<br/>la exposición de arte naïf

Cada obra expuesta debe mirarse con suma intención para captar las particularidades de su figuración. Descubrimos grandes diferencias entre esos artistas y su manera de representar la realidad. Suelen atribuir a los naïfs una cultura artística rudimentaria, pero observamos que muchos de los expositores testimonian sofisticación y habilidad, en la forma, el color y aun el manejo del espacio

POR MARIANNE DE TOLENTINO
 (y 2)

 “Un verdadero cuadro naïf es un disparo de fusil a quemarropa”
André Derain

Los “hijos del Aduanero Rousseau”, filiación artística que a menudo se atribuye a los autores de pinturas ingenuas, aunque así les encasillan definitoriamente, demuestran de hecho una variedad de temas, de técnicas, de estilos, y una cierta evolución.

La colectiva del Centro Cultural de España, “Las dos tiernas Orillas”, “Pintura ingenua a ambos lados del Atlántico” lo pone de manifiesto y puede contribuir a suprimir tantos prejuicios al respecto de quienes han decidido ejercer el arte al margen de la academia y de las modas.

Naifs y sencillos

Podemos distinguir los que adoptan una figuración muy simple y rústica -casi siempre haitianos-, con un tratamiento uniforme de objetos, sujetos y elementos circundantes sin buscar la tercera dimensión y usando pinceladas gruesas, menos emparentados con el Aduanero Rousseau que con Héctor Hyppolite o Prosper Pierre Louis.. A esa categoría pertenecen Cheritus Mistira, que nos deleita cuando pinta “Cuatro Casas en el Campo”, apilando los neumáticos cuidadosamente, y su compatriota Joselius Joseph, de toques y pinceladas en diagonal, que corresponden a la idea del “clásico naïf haitiano”. Se trata de un pre-juicio desnaturalizador, y aquí otras obras haitianas, hormiguantes de personajes y revelando un sentido extremo de la observación, son una evidencia de esa generalización fácil. La misma que identifica el arte haitiano solamente como naif y le niega el acceso al arte moderno y contemporáneo.

Curiosamente, en esa misma expresión que privilegia la sencillez encontramos al conocido puertorriqueño Manuel Hernández Acevedo, que por cierto en su fusión de lo vertical y horizontal,  presenta magistralmente la famosa barriada de La Perla -otrora miserable y todavía temida por muchos puertorriqueños-. Un modo de hacer ver y sentir en conjunto, proponiendo una especie de plano urbano, de líneas y colores fuertes, que transmiten, conscientemente o no, la identidad sicológica y social de un barrio legendario en San Juan.

Una aproximación muy discutible es la que se hace entre el “arte naïf” y el “arte bruto”, popularizado por el polifacético Jean Dubuffet, maestro que se esforzaba de pintar como un niño. Al igual que los naïfs auténticos, ellos crean en el anonimato y la soledad, pero tanto la factura como su visión del mundo son extrañas, sino burdas y marginales en el uso de materiales y en el rechazo de la cultura. El artista ingenuo trata finalmente los mismos temas que la gran pintura tradicional y casi siempre -si tiene medios suficientes- recurre a los mismos materiales, mientras el arte bruto adrede tiende a desvirtuarlos.

En la exposición del Centro Cultural de España, hay un sólo cuadro, de vastas dimensiones, que sugiere más una afiliación al arte bruto, que al ingenuo. Hasta su título es enigmático, “Todo lo vio, todo lo calló”… y luego “perro”. La pintora Raquel Lagomarsini ha compuesto una bestia extrañísima, de orejas desplegadas, parecidas a las flores que la rodean, pero más extrañas son la técnica de un especial neopuntillismo, de texturas emergentes,como si ese personaje zoomorfo estuviera construido con células gigantes…Al fin y al cabo, ese animal bizarro y enternecedor ejerce una verdadera fascinación sobre el espectador!

Conscientes y descriptivos…

Ahora bien la exposición insiste mucho en los artistas que pintan una verdadera crónica de vida, situándose en su sociedad. Son imágenes-relatos o semblanzas, donde, muy precisos,  los trazos y las pinceladas sustituyen las palabras. “Hay en el mundo una necesidad de alegría fundamental” afirma Joseph Delteil”. Lo creemos, y esos nuevos portavoces del arte naïf la practican, distantes del horror y la trivialidad, la miseria y los sentimientos negativos.

Como sus hermanos más simples e introvertidos,  embellecen el mundo, pero ellos se atienen a la memoria de la realidad observada. Fundamentalmente por su  falta de aprendizaje especializado y  su independencia de los movimientos artísticos, podría calificarse su mirada como el “intuitive eye”, expresión del teórico y creador plástico jamaiquino, David Boxer. No obstante es una percepción íntima y realista que culmina en el perfeccionismo y la profesionalidad: de ello encontramos múltiples ejemplos, tanto en los españoles como en los haitianos -inconfundibles siempre-.

La pintora española Marisa Norniella, presente en la inauguración y visiblemente orgullosa de su obra, en dos cuadros demuestra su don de observadora y su dominio de los personajes. La romería asturiana comunica el deseo de divertirse junto a los comensales, mientras la ceremonia religiosa nos hace admirar la composición, los participantes eclesiales y la reproducción de  la arquitectura sacra. Lo naïf será igual tratamiento dado a todos los elementos, pero obviamente Marisa forma parte de los “pintores naïfs conscientes”… que de ningún modo pueden considerarse primitivos. En el mismo tenor está Estela Benavides que nos encanta con su teatro, real-maravilloso, donde los actores se encuentran también en la sala, por la minuciosidad de la factura y la captación de las actitudes, un “escenario” que gozamos, mirando una y otra vez.

La expresividad  de varias obras y su concepción descriptiva las aproxima a la ilustración y más específicamente a las imágenes de libros para niños, hoy tan exigentes en su poder evocador. Mir Mayor Susana, de España, es tal vez la pintora que aquí sugiere más ese espíritu y pulcra ejecución. Su “Sala de Espera” es un verdadero ícono de la estación de trenes, ameritando cada uno de las decenas de protagonistas una mirada particular. La segunda obra “Camino entre campos”, muy distinta aunque con el mismo carácter, ofrece verdes y plantas deleitables. ¡Y que dominio del espacio y de la perspectiva en ambos cuadros!.

Por supuesto no se debe olvidar a Basi López, en su “Asalto al Congreso”, un auténtico reportaje pictórico del dramático suceso político, pero tratado con la ternura y la inocencia del género… Pocos artistas se inspiran en hechos de la actualidad: cabría citar a una “Boda de los Príncipes”, obviamente pintada con gran preocupación retratista.

Habría que citar prácticamente a  todos los artistas de la otra orilla del Atlántico, incluyendo a los portugueses, más discretamente representados. En cuanto al Atlántico tropical, Haití, en su versión naïve neorrealista, permanece inconfundible por los temas, el ambiente, el aspecto costumbrista y también los colores más amortiguados. Los campesinos escuchando un transistor- engalanado con flores- de Abellard son una pequeña joya, igualmente de Florestant el  simpático “Carpintero junto a una Casa” y de Leonidas Rony la trepidante” Fiesta en el Pueblo”, sin olvidar el grandioso “Mercado en pueblo costero” de Joseph Gracia. Cada uno destaca un excelente dibujo, una vena humorística y una observación, tan aguda como amorosa de pueblo y cultura.

Felicitamos y agradecemos a Javier Aiguabella, un director, curador y ensayista justamente homenajeado, por esta magnífica e inolvidable exposición. ¡Y un viva ovacional al “arte naïf” que nos alegra la existencia!.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas