Una divertida teoría

Una divertida teoría

Durante la celebración de su cumpleaños número treinta y cinco en su hogar, noté que mi amigo no se sirvió del moro de habichuelas rojas que formaba parte del menú que adornó la mesa del comedor.

Debido a que ese es uno de mis  platos favoritos, le pregunté al homenajeado sobre las razones de aquella omisión gastronómica, respondió que no le gustaba el arroz con habichuelas, separados ni mezclados.

 En las breves palabras que improvisó su esposa, una atractiva profesora de lengua española de un liceo secundario privado, destacó las condiciones de buen marido y excelente padre de su cónyuge.

-Estoy segura de que todos los participantes en este agasajo pondrán en duda lo que voy a decir, pero en nuestros ocho años de matrimonio nunca he escuchado una mala palabra surgir de los labios de mi marido, aún en las pocas ocasiones en que está bajo los efectos de la ira -afirmó en una parte de su discurso, provocando aplausos, carcajadas, y comentarios burlones en los presentes.     Cuando volvió el silencio, la pedagoga aseguró que nunca su pareja se había dado un jumo, y que todos iban a comprobar que no pasaba de dos vasos de cerveza hasta en las fiestas de sus cumpleaños.

-Otra cosa que voy a poner de manifiesto es que mi marido no ha hecho el amor fuera del matrimonio, algo en lo que se diferencia del noventa por ciento de los machos criollos, que viven poniendo a sus esposas de mojiganga, y faltándoles el respeto -dijo, en medio del retorno de las risotadas burlonas y los aplausos.

Finalizado el discurso de la dama, pidió la palabra uno de los asistentes, conocido por su sentido del humor y su dominio de la ironía.

Nuestra querida amiga -dijo, con expresión solemne en el rostro- sin proponérselo le ha hecho daño a su compañero de cama, porque está demostrado que el hombre dominicano que no come arroz con habichuelas, no suelta una palabrota cuando está rabioso, no se ha emborrachado ni es mujeriego, no es digno de confianza.  Retornó a su asiento, sonriendo satisfecho ante los estruendosos aplausos y las encendidas felicitaciones de los invitados.

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