Una dualidad enriquecedora
para el hombre-libro

Una dualidad enriquecedora <BR>para el hombre-libro

POR FÁTIMA ÁLVAREZ
El ser humano se distingue de los animales, entre otras cosas, por el lenguaje. La capacidad de comunicación de hombres y mujeres es cada vez más amplia y hace mucho tiempo que traspasó la barrera del idioma.

La comunicación visual es una realidad que permite crear estructuras mentales variadas a partir de la imagen. Si no lo creen, piensen en algo. Cualquiera que sea el objeto de su pensamiento, se genera en su cerebro una imagen mental, incluso enriquecida, mucho antes de que esa misma imagen se troque en palabras.

Es el hombre a su vez creador de signos y signo en sí mismo. Los lenguajes visuales no sólo surgen de lo que el hombre va transformando en materia sino que, materia al fin también, es el ser humano un signo a descifrar en cada una de sus vertientes, transmitiendo conocimientos, ideas, sentimientos y palabras. Pero estas expresiones no sólo responden a un lenguaje tradicional y conocido: el lenguaje visual, que se presenta desde hace unos decenios como novedoso, es cada vez más utilizado para descifrar nuevos esquemas, para aprender nuevos significados de cosas ya viejas, de significados, usos y aprendizajes anteriores que hoy se transforman ante nuestros ojos con nuevos bríos.

Pero la verdad es que, según se conoce, el lenguaje visual no es tampoco algo demasiado novedoso. Diferentes signos de comunicación (desde los jeroglíficos, hasta las representaciones mayas, árabes y otras), forman parte del lenguaje visual desde tiempos muy remotos.

El Centro León trae ahora un nuevo enfoque visual del libro. La mágica poesía, sus colores, la textura, la simbología que de él se desprenden tienen tanto o más valor que la semántica o el texto que pudiera tener.

Su «contenido» es más que historias narradas entre páginas. Esto es lo que el Centro León muestra a través de la exposición Libro-Arte, Libro- Objeto que se presenta desde el pasado 23 de abril en su mediateca, y que forma parte de lo que el Centro León llama «la extraordinaria colección bibliográfica de Arte Latinoamericano» de José León Asensio, donada a la institución cultural.

«La singularidad de la colección completa de libros-objetos del Centro León, reside en el hecho de que logra documentar este nuevo concepto del libro en Latinoamérica: desde su tímido surgimiento a mediados de la década del 60, hasta su apogeo a fines del siglo XX y comienzos del XXI», destacan ejecutivos del Centro.

La exposición consta de una selección de 20 obras basadas en cuatro grandes temas: la vida, la generosidad, la nostalgia y la poesía. Piezas cuya simbología alude a figuras de la talla de Emile Dickinson, Octavio Paz, Alvaro Mutis o León Ferrari, entre otros, destacan la labor consistente de sus editores.

«Acostumbrados al libro que está llamado a comunicar, hoy el Centro León nos coloca frente a una exposición en la que el libro es el pretexto para convocar toda suerte de recursos materiales y conceptuales para construir un mensaje que, fiel a la misión del libro, no solo lo construye quien lo emite, sino que es fruto de la construcción colectiva de quien lo emite y de quien lo recibe», dice Lucero Arboleda, una de las curadoras de la exposición.

«Un libro que, como en el caso de algunas de las obras de la exposición, rompe la metáfora o en otros casos la sobredimensiona. Un libro que, a veces, cumple la humana ilusión de documentar un momento o una etapa de la vida. Un libro que, a veces, impone su autosuficiencia mostrándonos que su elocuencia radica en la profundidad de su silencio. Un libro cuya riqueza reside en que se nos coloca como materia prima al servicio de múltiples lecturas. Un libro que es capaz de contarnos una historia más allá de las palabras», termina diciendo Arboleda.

En estos tiempos de autosuficiencia personal, de manejo de lenguajes e identidades propias, el libro-objeto, aparentemente «sin contenido», permite que sean las formas, el color y las texturas quienes ofrezcan una identidad particular a la obra.

«Es una secuencia de espacios desarrollados en cualquier lenguaje escrito y en cualquier sistema de signos. El lenguaje literario es el menos empleado en estos libros. Los libros-objeto son obras en formatos tan variados como ingeniosos: cajas, rollos, plegables, instalaciones o libros convencionales de gran tamaño».

«Para su realización se utilizan diversos tipos de materiales: papel, madera, cristal, vegetales o plástico. A través de ellos se busca hacer honor al arte, la literatura o a la necesidad humana de reconstruir hechos, lugares o sentimientos».

«Un libro-objeto habla de una obra cualquiera que tiene como objeto ser visto, manipulado y pensado. No nos hallamos, por tanto, frente a la muerte del libro, sino frente a otra manera de leer. En síntesis, se puede afirmar que el libro como objeto es por sí mismo una obra y no un medio de difusión de una obra».

EL CONTENIDO

Las piezas contenidas en esta exposición, la primera de su tipo, se caracterizan por estar más enfocados en la estética que en el contenido.

Consta de una selección de piezas de curiosos volúmenes en formatos poco tradicionales.

La exhibición, curada por Manuel Roa y Lucero Arboleda, coordinadores de Programas de Documentación Especializada y Multimedia del Centro León, presenta unas 20 piezas que aluden y contienen textos de destacados escritores y artistas.

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