¡Una educación de calidad para todos!

¡Una educación de calidad para todos!

POR JESÚS DE LA ROSA
Con motivo de la apertura del año escolar 2004-2005, el presidente Leonel Fernández pronunció, el lunes 6 de septiembre recién pasado, un discurso en la escuela Profesor Juan Bosch del barrio La Puya del sector de Arroyo Hondo, en donde reafirmó el compromiso del gobierno que preside con una educación de calidad para todos.

En ese mismo acto, la secretaria de Educación, maestra Alejandrina Germán, habló de su compromiso con una gestión eficiente, a tiempo en que anunciaba una serie de medidas para solucionar algunos de los problemas que afectan el buen funcionamiento de los planteles escolares públicos.

En esa ocasión, refiriéndose al espinoso tema de las desigualdades de las oportunidades educativas existentes aquí y en otros países de la América española, el presidente Leonel Fernández dijo que “una de las metas que nos proponemos en el transcurso de éstos cuatro años en materia educativa es que la educación pública pueda tener los mismos niveles de calidad de las mejores escuelas privadas de la República Dominicana“.

Dado el grado de deterioro de nuestro sistema de instrucción pública, resulta extremadamente difícil lograr que a la vuelta de sólo cuatro años las escuelas públicas del país puedan exhibir los mismos estándares de calidad que tienen los mejores colegios privados, tal y como así lo desea el señor presidente de la República; no obstante, el sólo hecho de que lo intentemos y de que obremos en consecuencia nos coloca en camino de lograrlo.

Aunque muchos así lo perciban, escuela pública no es sinónimo de desastre ni colegio privado de excelencia. La escuela dominicana es fundamentalmente pública. De 2.5 millones de estudiantes matriculados, 2 millones, 76 mil, 823 estudiantes (83%) cursan estudios en una de las 13 mil 274 escuelas públicas con que cuenta el país. Los demás asisten a colegios privados excelentes, buenos, regulares y malos.

Aquí hay más escuelas públicas buenas que colegios privados buenos; también, hay más escuelas públicas malas que colegios privados malos.

En los últimos años aquí ha surgido una nuevo modelo de colegio privado, el llamado colegio bilingüe. Se trata de un establecimiento docente en donde se ofrece una educación de alta calidad y en donde la enseñanza es preferentemente impartida en dos idiomas: español – inglés; español – francés; español japonés; español – alemán o en otros binomios idiomáticos. En principio, ese modelo de colegio privado estuvo reservado a los hijos de diplomáticos acreditados en el país pero con el transcurrir de los años la oferta de ese modelo de establecimiento docente se fue ampliando. Hoy, cursan estudios en colegios bilingües, además de los hijos de diplomáticos, los hijos de los millonarios o los hijos de familias de la alta clase media.

Tenemos entendido que cuando el señor presidente de la República alude a las mejores escuelas privadas del país se refiere a los colegios bilingües.

Para que el lector se forme una idea más acabado con relación a la diferencia entre el costo de la enseñanza impartida en un colegio bilingüe y la impartida en una escuela pública, vamos a ofrecerle el siguiente dato: la inversión bruta anual del Estado dominicano a favor de cada estudiante matriculado en una escuela pública es de poco menos de 4 mil pesos; en tanto que la inversión anual neta de las familias adineradas por cada estudiante matriculado en un colegio bilingüe de 150 mil pesos. Es decir, un estudiante de un colegio bilingüe disfruta de una inversión 37 veces y media mayor que la que disfruta un estudiante de escuela pública. Esto, necesariamente tiene que traducirse en que los hijos de los millonarios o de las personas adineradas dispongan de más y de mejores oportunidades de educarse que los hijos de familias pobres.

Dos millones quinientos mil niños y jóvenes dominicanos asisten a escuelas públicas y a colegios privados, y alrededor de 220 mil jóvenes, y no tan jóvenes, cursan carreras profesionales y técnicas en universidades y en otras instituciones de educación superior. ¿ Cuántos de ellos reciben una enseñanza de calidad acorde con los tiempos que vivimos? La verdad es que muy pocos.

En los últimos tres años, el problema de la desigualdad de oportunidades educativas se ha agravado mucho en la República Dominicana. Una gran proporción de niños y jóvenes asiste a centros escolares deteriorados, mal equipados y peor servidos. Más de 700 niños y jóvenes nacidos aquí han tenido que permanecer fuera de las aulas por falta de cupo o por los problemas económicos que los afectan tanto a ellos como a sus padres. En muchas de nuestras comunidades rurales, los padres de familias han ido perdiendo la costumbre de enviar sus hijos a la escuela. Aquí, el liceo secundario y el instituto politécnico son fenómenos típicamente urbano.

Ese panorama contrata bastante con el hecho de que el país cuenta, aunque no en número suficiente, con escuelas públicas y con colegios privadas muy bien dotadas y servidos por profesionales de la educación egresados de universidades, muchos de ellos, con grado de maestría o de doctorado cursado en universidades extranjeras. Los bachilleres egresados de esas escuelas disponen de la capacidad de poder expresarse en varios idiomas y de conocimientos muy superiores a los de los graduados en las demás instituciones. Pero, lamentablemente, sólo una minoría de niños y jóvenes tiene la oportunidad de acceder a ese tipo de escuela. Y es que cuando de escuelas públicas buenas se trata, su oferta es muy limitada; y, tratándose de colegios privados excelentes, resultan demasiado caros.

Los liceos Unión Panamericana, Víctor Estrella Liz y Estados Unidos de América no disponen de cupo suficiente para atender la demanda. Lo mismo ocurre con los politécnicos públicos regenteados por religiosos, y con las escuelas y liceos experimentales adscriptos a las universidades UASD, INTEC y UNPHU.

El costo de la matrícula de colegios otrora para alumnos de familias de ingreso medio como el Montesori, De La Salle, Loyola, Calazan, San Juan Bautista y otros ya se ha elevado a niveles considerablemente altos y sólo pueden estudiar en ellos los hijos de familias adineradas.

A pesar de que está especificado en la Ley General de Educación No. 66-97 y en la No. 139-01 de Educación Superior, Ciencia y Tecnología el porcentaje del presupuesto del gasto público que el Estado dominicano deberá dedicar, año tras año, al sostenimiento de la educación inicial, básica, media y superior, el sistema de educación pública de la República Dominicana sigue siendo el peor financiado de la América española.

El gobierno dominicano invierte en educación apenas un 2.3% del Producto Bruto Interno, en tanto que el promedio de inversión de los gobiernos de los estados latinoamericanos en ese reglón es de 4.7 del PBI.

El presupuesto de la secretaría de educación de este año que debió ser de 20 mil, 775 millones de pesos, es de sólo 10 mil, 302 millones de pesos, es decir, de 9 mil 746 millones de pesos menos que lo establecido en la Ley 66-97. Igual ocurre con el presupuesto de la secretaría de educación superior, ciencia y tecnología que debió este año ascender a la suma de 4 mil 150 millones de pesos y es de apenas 1206 millones de pesos. Lo que es peor: al concluir, el octavo mes del año, la secretaría de educación sólo había podido ejecutar cerca del 60 por ciento de las ocho doceavas partes del presupuesto del año.

En la administración del presidente Mejía más de 8 mil millones de pesos de los presupuestos de la secretaría de educación fueron desviados de esa Cartera e invertidos en celebrar los Juegos Panamericanos “más maravillosos y costosos de la historia“ y en “equipar y modernizar nuestros cuerpos armados“

La no-disponibilidad de recursos impidió que el Plan Decenal de Educación continuara; y de su reformulación para su proyección en el tiempo sólo quedó el pomposo título de Plan Estratégico de la Educación Dominicana 2003-2012.

Los rezagos de República Dominicana en materia de instrucción pública se expresan por el bajo promedio de escolaridad de su población que apenas alcanza los 4 años de educación básica; por el alto índice de analfabetismo en su población de personas adultas; y por la baja capacidad tecnológica de su mano de obra. Esa realidad motivaría al presidente Leonel Fernández a pensar seriamente en que aquí se establezca un moderno sistema de instrucción pública que nos coloque en unas perspectivas de futuro centradas en la modernidad.

Dada la crisis económica que afecta a la economía dominicana, podemos, a tiempo en que seguimos recabando la ayuda financiera internacional para proyectos específicos, dirigir nuestras acciones hacia el logro de cuatro objetivos bien delimitados: 1) mejorar las condiciones profesionales de los servidores de educación; 2) construir más aulas y acondicionar las existentes; 3) continuar profundizando en la reforma curricular; y 4) universalizar el empleo de los más avanzados recursos tecnológicos empleados hoy en la tarea de enseñanza aprendizaje. Es que somos de los que creen que todos, absolutamente todos, pueden y tienen derecho a recibir los beneficios de una educación de calidad.

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