Una emisión de sellos hermosos y representativos

Una emisión de sellos hermosos y representativos

Cuando se refieren al Instituto Postal Dominicano o Inposdom como mejor se conoce, piensan en una de las instituciones oficiales más serias, compenetrada de su misión, deseosa siempre de ofrecer a la población los mejores servicios.

Honor a quien honor merece: el director general del Inposdom y su titular desde hace varios años, doctor Modesto Guzmán, ha conquistado y conservado estima y afecto de todos, por su afabilidad generosa, por sus iniciativas en el ámbito del arte y la cultura.
Es una posición cada vez más difícil, cuando la tecnología y la comunicación instantánea relegan el correo a un lugar postrimero, y prácticamente han acabado con la emoción de enviar y recibir cartas. Las misivas poblaban la literatura, los sellos eran su mensajero, la colección de estampillas florecía en álbumes preciosos y preciados… ¡Pasión de la filatelia!
Vitalidad del sello dominicano. Los sellos de la República Dominicana destacan una larga tradición de hermoso diseño y significativa conmemoración de valores nacionales. Pese a la época, la abolición de la distancia y el cambio en relaciones epistolares, la elaboración y producción de sellos, que son estupendas imágenes en miniatura, continúa.
Hay, en el Inposdom, un verdadero equipo que, junto a su director, se preocupa por la conservación de la memoria, tan histórica como visual y afectiva… a través del sello postal. Su labor es excelente.
En esta dedicación, la cultura ocupa un sitial, y particularmente las bellas artes, rindiendo un homenaje a grandes creadores y acompañando su retrato con una obra emblemática.
No hemos olvidado, en tiempos recientes, las estampillas ilustrando a María Montez y María Ugarte, Silvano Lora y Domingo Liz.
Seis artistas plásticos fundamentales. En esta nueva emisión postal, comparten los honores de tres bloques de cuatro sellos –dos por artista–, Celeste Woss y Gil, Guillo Pérez, Marianela Jiménez, Soucy de Pellerano, Cándido Bidó y Fernando Ureña Rib. Ellos ejercieron el oficio de artista plástico como máxima expresión de la cultura dominicana, y fueron maestros en ambos sentidos: la práctica docente y la ejemplaridad de una obra contundente.
¡Seis vidas entregadas al arte y a la comunidad! La imagen elegida para representar a Celeste Woss y Gil no pudo ser mejor: una de las más conocidas pinturas de la maestra, pionera en plasmar el desnudo con modelos vivos y exaltar la belleza criolla.
De Guillo Pérez, egregio creador del “constructivismo antillano”, se escogió una figura emblemática: el gallo, de calidad soberbia, erguido sobre un fondo de naturaleza tropical,
Para Marianela Jiménez, pintora totalizante, de la cual pronto veremos una retrospectiva, admiramos un deleitable ejemplo: el protagonista de uno de sus grandes temas, el carnaval.
Soucy de Pellerano, apodada “la gran maga del arte dominicano”, practicó la contemporaneidad en todas sus categorías, y se ilustra con una de sus fuertes esculturas-instalaciones.
La viñeta de Cándido Bidó, con hermanos incontables en la familia del arte dominicano, nos encanta, desde la identidad cromática entre azul y anaranjado a una visión plural de la maternidad.
Fernando Ureña Rib fue un magnífico “relator” del cuerpo humano, virtuoso de la anatomía, y también se distinguió en un surrealismo frutal y caribeño; aquí está una óptima representación.

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