Amor no quita conocimiento. Por ello, aunque callemos, nuestra razón siempre reconoce aquello que el corazón podría estar empeñado en ocultar.
Así, como ese amor que se resiste a saber por miedo a echarlo todo a perder, me sentí ayer al leer los resultados de la encuesta Gallup-Hoy, en la que se estableció que para la gente los grandes problemas del país son la inflación, (65%), los apagones (46.4%), la delincuencia (46.2%), la falta de empleos (42.8%) y el tráfico de drogas (19.8%).
En sexto lugar tenemos la falta de agua potable, con un 16%; la educación, con 13%; la corrupción administrativa, un 11%; y la pérdida de valores, un 10%.
Esto nos dice claramente cuáles son los problemas básicos que tiene la población. La mayoría caben en un espacio tan pequeño como el que carga a don dinero. Por ello, tristemente, vemos que asuntos tan relevantes como la educación o la corrupción están en un segundo plano para nuestros ciudadanos.
Leer esto, aunque no me sorprende, me lleva a comprender por qué el gobierno se burla de nosotros una y otra vez cuando se trata de invertir en Educación: la gente está tan preocupada sobreviviendo que tiene poco tiempo para reparar en eso (aunque las aulas a las que van sus propios hijos se estén cayendo a pedazos o los maestros sean malos).
En nuestro país son demasiadas las tareas que aún están pendientes. Duele reconocerlo, una y otra vez. Pero urge que organicemos la casa y comencemos a invertir en la calidad de vida de la gente. Eso incluye desde la salud hasta la educación. Pero sin demagogia, por favor.